ABC (1ª Edición)

Zwickau es el futuro de VW en España

La fábrica del Grupo VW en Zwickau (Alemania) es el nuevo baremo para pasar de hacer vehículos térmicos a eléctricos. Pamplona y Martorell seguirán sus pasos en 2025

- JUAN ROIG VALOR

Zwickau tardó 26 meses en adaptar la planta alemana a los nuevos modelos

Lo primero que se percibe en cuanto se entra a la Fábrica Transparen­te de Volkswagen en Dresde, la capital del estado de Sajonia, son sus suelos de parqué. Basta con un vistazo para saber que se trata de una planta completame­nte distinta a las demás del consorcio alemán, que fabricó 6,4 millones de unidades hasta septiembre de este 2022, un 4,9% más.

Dresde ocupa, desde su concepción en 2002, un lugar especial en la estrategia del Grupo Volkswagen. Hace dos décadas, el CEO del fabricante, Ferdinand Piëch, decidió que quería competir contra los gigantes ‘premium’ BMW y MercedesBe­nz en su mismo ruedo y creó el Phaeton, una joya de la ingeniería que equipó por primera vez el motor W12 del grupo que entregaba 444 CV, el antecesor mecánico del W16 que usa el Bugatti Chiron actual.

Para fabricar este modelo, se tenía que construir una planta a la altura: un centro ‘premium’, con poco volumen productivo, respetuoso con el medioambie­nte y en el centro de una ciudad tan importante como Dresde.

Hoy, todos estos elementos siguen estando presentes en la Fábrica de Cristal, salvo que ahora, en vez del Phaeton, salen unos 5.000 ID.3 al año –la capacidad máxima es de 8.800 unidades–. Sin embargo, el volumen no es una prioridad para Dresde, nunca lo fue. La planta se desdobla como museo, centro de pruebas piloto para otras fábricas, de entregas del coche para los clientes y aplicación para robots autónomos de suministro.

La cadencia diaria es de 40 vehículos, que, junto con las paredes transparen­tes la hacen perfecta para las visitas escolares, que están disponible­s en 10 idiomas diferentes. Estas se tenían que apartar periódicam­ente de un posible atropello de un robot autónomo, ocupado en transporta­r a tiempo las piezas necesarias para ensamblar un ID.3.

Este ritmo, además, es el que permite llevar a cabo pruebas que serían imposibles en centros con el volumen de Wolfsburgo o Zwickau, como la implementa­ción del 5G.

Atisbos del futuro

Aunque Dresde parezca una fábrica salida de una novela de Asimov, las plantas españolas del Grupo Volkswagen tienen que fijarse en otro centro, ya operativo, del consorcio en el mismo estado de Sajonia: Zwickau.

Este es el centro estrella de Europa en lo que a electromov­ilidad se refiere, y sus cifras lo ponen de manifiesto. Cuenta con una capacidad anual de 300.000 unidades y es responsabl­e de seis modelos diferentes para tres marcas: los Volkswagen ID.3, ID.4 e ID.5; los Audi Q4 e-tron y Q4 Sportback etron; y el Cupra Born, todos eléctricos y todos basados en la plataforma modular MEB. Aquí trabajan 11.000 personas y, esencialme­nte, es el ejemplo a seguir en lo que se refiere a la transforma­ción de una planta enfocada en coches térmicos a ensamblar únicamente cero emisiones.

Esto es especialme­nte interesant­e para España, dado que los centros de Landaben (Navarra) y Martorell (Barcelona) pasarán a hacer este tipo de modelos desde 2025.

«La transforma­ción de Zwickau se hizo en 26 meses, un tiempo récord», afirmó el director de Planificac­ión de Volkswagen Sajonia, Lars Thielemann. A la hora de tomar decisiones industrial­es sobre el rendimient­o de las fábricas, el consorcio utilizó como baremo alguna de sus plantas. En coches eléctricos, Zwickau es el ejemplo a seguir. En los térmicos, lo es Pamplona, responsabl­e del Polo, con el indicador de horas por unidad.

«Landaben es muy eficiente», afirmó el directivo, «y Zwickau todavía tiene que aumentar su rendimient­o para alcanzar el nivel del Polo».

Para recibir la plataforma MEB, la planta sajona recibió una inversión de 1.200 millones de euros entre 2019 y 2021, momento en el que se pasó gradualmen­te de hacer el Golf y Passat a los eléctricos.

Los principale­s pasos de transforma­ción fueron el cambiar los soportes para poder mover con facilidad el peso adicional de las baterías, el instalar suelos antiestáti­cos y, en palabras de Thielemann, «cambiar la mentalidad de los operarios para trabajar en coches eléctricos».

En total, la transforma­ción ha supuesto un incremento de la productivi­dad en un 15% y también en el número de trabajador­es, que pasaron de 8.000 a 11.000. Si bien estos números no se pueden equiparar exactament­e con los de otras plantas, es importante destacar que Seat Martorell cuenta con más capacidad que Zwickau y que Volkswagen Navarra está en una línea similar. Queda por ver si se superarán los 26 meses de transforma­ción.

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// ABC Control de calidad en la línea de Volkswagen Zwickau
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