Merteuil y Valmont, pasión bilingüe
‘LES AMISTATS PERILLOSES’ ★★★★☆
Texto: Pierre Choderlos de Laclos.
Adaptación y dirección: Carol López. Espacio escénico: Jose Novoa. Vestuario y caracterización: Nídia Tusal. Iluminación: Jaume Ventura. Sonido: Damien Bazin. Movimiento: Vero Cendoya. Intérpretes: Gonzalo Cunill, Eli Iranzo, Mónica López, Marta Pérez, Mima Riera, Tom Sturgess y Elena Tarrats. Teatre Lliure, Barcelona
La traslación teatral de ‘Las amistades peligrosas’, novela epistolar de Pierre Choderlos de Laclos, ha suscitado algún comentario que la creación artística no merece pero que el nacionalismo monolingüe sigue propiciando, pertinaz como la sequía. Carol López decidió que el vizconde de Valmont y la marquesa de Merteuil urdan en castellano sus tramas de alcoba, mientras que en la sociedad ‘Ancien Regime’ de 1782 utilizan la lengua catalana. La talentosa directora argumenta que Valmont y Merteuil se expresan, como es natural, en su lengua materna: «Cuando son libres hablan en castellano, y así subrayo la libertad de estos personajes, pero después hablan en catalán porque es la lengua imperante, es la lengua del poder».
La fórmula se revela acertada: además de llevar al escenario lo que es normal en la calle, el bilingüismo de esta versión permite diferenciar los dos planos narrativos en el diáfano espacio escénico –acertado Jose Novoa– en el que se mueven los personajes. La directora consigue transformar las cartas de los personajes novelescos en diálogos que acentúan el dinamismo de un montaje de poco más de hora y media.
Desprovistos de sus títulos nobiliarios, el Valmont con acento argentino
de Gonzalo Cunill y la maquiavélica Merteuil –que encarna una potente Mónica López– subrayan con la lengua íntima unas conspiraciones libertinas que contrastan con la hipocresía oficial. Precursora del ‘superhombre’ de Nietszche, la ‘supermujer’ Merteuil recuerda a la candorosa Cécile (Elena Torrents) que bajo los adoquines de los matrimonios acordados se encuentra la playa de los amores apasionados. Sensualidad pervertida que comparte con su examante Valmont, capaz de seducir a Cécile y a la señora Tourvel, mujer casada y, en apariencia, inabordable.
Estas ‘Amistades peligrosas’ de López consiguen que no añoremos las interpretaciones de la película homónima de Stephen Frears en 1988 (más recordada que el ‘Valmont’ de Milos Forman). Cunill no es Malkovich ni pretende serlo: su registro, muy personal, soslaya odiosas comparaciones. Mónica López se mueve a sus anchas con trazos de la carismática Merteuil de Glenn Close. Pero lo importante aquí no son los rostros, sino plasmar la tensión entre la libertad y los convencionalismos; entre el racionalismo crepuscular y el romanticismo naciente. Chapeau!