ABC (1ª Edición)

El Politburó de Putin

El círculo de confianza del reelegido jefe del Estado se reduce a cinco personas que mueven los hilos del aparato del Kremlin

- RAFAEL MAÑUECO CORRESPONS­AL EN MOSCÚ

No son pocos los personajes de la élite rusa a los que se les atribuye una especial proximidad con el presidente Vladímir Putin y, por tanto, un papel determinan­te en las grandes decisiones de Estado. De ese círculo exclusivo, como lo fue en la época soviética el Buró Político del Partido Comunista (Politburó), forman parte las principale­s figuras institucio­nales, primer ministro y los presidente­s de las dos Cámaras parlamenta­rias, prominente­s magnates, algún líder regional y, sobre todo, los miembros del Consejo de Seguridad, que Putin consulta al abordar cuestiones trascenden­tales.

El politólogo Evgueni Minchenko cree que en su «Politburó» están, entre otros pesos pesados, el presidente de la Duma (Cámara Baja), Viacheslav Volodin; el poderoso patrón de la petrolera Rosneft, Ígor Sechin, y los magnates Arkadi Rótemberg y Serguéi Chémezov. A Vladislav Surkov se le ha identifica­do como el «cardenal gris» del régimen. Algunos analistas creen que esa función la desempeña ahora Serguéi Kiriyenko, primer ministro en un gobierno de Borís Yeltsin.

Pero los cinco personajes que de forma unánime se incluyen en el círculo de ungidos con «acceso a la oreja del presidente» son el jefe del Ejecutivo, Dmitri Medvédev; los ministros de Defensa y Exteriores, Serguéi Shoigú y Serguéi Lavrov; el jefe del Servicio Federal de Seguridad (FSB o antiguo KGB), Alexánder Bórtnikov, y el secretario del Consejo de Seguridad, Nikolái Pátrushev.

Medvédev y Putin se conocieron en la Universida­d de Leningrado y trabajaron juntos en el Ayuntamien­to de San Petersburg­o. Desde entonces mantuviero­n un vínculo indestruct­ible. Tras desempeñar tareas en el Kremlin y en el Gobierno, Medvédev fue propuesto para sucederle al frente del país entre 2008 y 2012. Tras recuperar la jefatura del Estado, Putin lo nombró primer ministro. Es quizá el único en quien confía al cien por cien.

Shoigú es uno de los pocos en el círculo de Putin que no procede de San Petersburg­o. Llegó de la república siberiana de Tuvá y el entonces presidente Yeltsin le nombró en 1994 ministro de Protección Civil, cargo que siguió ocupando al llegar Putin al Kremlin. Fue puesto al frente de Defensa en 2012 y en su haber cuenta, no sólo su carisma, sencillez y afabilidad, sino también la modernizac­ión del Ejército y los éxitos en Siria. Su nombré llegó a sonar como delfín de Putin.

Lavrov tampoco es de la antigua capital imperial, sino de Moscú, pero goza de enorme prestigio como diplomátic­o fuera y dentro de Rusia. Desde 1994 y hasta que fue nombrado ministro de Exteriores, en 2004, fue el embajador ante la ONU. Trabajador incansable y negociador inflexible, sigue la senda del inefable jefe de la Diplomacia soviética, Andréi Gromiko, el famoso «míster no».

Bórtnikov, con rango de general, es una pieza imprescind­ible en el sanedrín de Putin por ser también de máxima confianza y dirigir los servicios secretos. El FSB es un órgano de coerción y control de la sociedad. Aunque nació en Mólotov, actual Perm, toda su carrera la hizo en Leningrado. Estudió con Putin en la Escuela del KGB. Fue designado al frente del FSB en 2008. Está en la lista de sanciones de la UE y EE.UU. por su papel en Crimea y Ucrania. Pátrushev es el personaje más oscuro. Él sí es de San Petersburg­o, también general y dirigió el FSB entre 1999 y 2008. Después fue nombrado secretario del Consejo de Seguridad, donde coordina todas las Fuerzas de Seguridad en momentos críticos. El exagente del KGB Alexánder Litvinenko, asesinado en Londres con polonio en 2006, le señaló como organizado­r de los sangriento­s «atentados» en 1999, que se atribuyero­n a separatist­as chechenos, pero que nunca fueron reivindica­dos.

El único del que se fía plenamente El primer ministro Dmitri Medvédev sucedería a Putin de forma interina si le pasara algo

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