Antonio Buero Vallejo regresa al CDN tras quince años de ausencia
∑ Mario Gas dirige en el teatro María Guerrero «El concierto de San Ovidio»
«“El concierto de San Ovidio” es una gran comedia dramática. Una terrible comedia dramática. Una tierna, y bárbara, y difícil y punzante comedia dramática sobre la que habrá que hablar mucho y durante mucho tiempo». Son palabras escritas por Enrique Llovet e1 17 de noviembre de 1962, tras el estreno en el desaparecido teatro Goya de Madrid de una de las obras más destacadas de Antonio Buero Vallejo. Cincuenta y seis años después, como bien predijo el entonces crítico teatral de ABC, se sigue hablando de la obra. En este caso, para celebrar su reposición en el teatro María Guerrero, dentro de la programación del Centro Dramático Nacional (CDN), al que no se asomaba el autor guadalajareño desde hace quince años –el último montaje de un texto suyo en el CDN fue «Historia de una escalera», dirigido en 2003 por Juan Carlos Pérez de la Fuente–; el último montaje profesional de «El concierto de San Ovidio» se remonta a 1986, cuando Miguel Narros la dirigió en el Teatro Español. En esta ocasión, es Mario Gas el responsable de esta obra, situada por Buero en un hospicio del París prerrevolucionario, y que protagonizan seis invidentes que preparan un concierto animados por un sinvergüenza que pretende aprovecharse de ellos. Bajo la batuta de Gas estará en escena un largo reparto que componen José Luis Alcobendas, Lucía Barrado, Jesús Berenguer, Mariana Cordero, Pablo Duque, Javivi Gil Valle, Nuria García Ruiz, José Hervás, Al- berto Iglesias, Lander Iglesias, Ricardo Moya, Aleix Peña, Agus Ruiz y Germán Torres.
El montaje del CDN es, según Darío Villanueva, director de la Real Academia Española (RAE) –que acogió la presentación de la producción–, «muy oportuno; es necesario reponer los grandes textos de nuestro teatro». Lamenta Villanueva la escasa presencia de Buero Vallejo en los escenarios, queja a la que se suma Mario Gas. «Merece estar constantemente en revisión, lo mismo que otros autores españoles de los años cuarenta y cincuenta; el teatro hecho en España durante el franquismo es muy importante, hay grandes obras que nos siguen hablando hoy en día. Y para crear un lenguaje contemporáneo debemos saber de dónde venimos».
Hace un par de años se celebró el centenario del nacimiento de Antonio Buero Vallejo en Guadalajara, el 29 de septiembre de 2016; una efeméride que no fue, al decir de muchos, suficientemente recordada. A ello se suma el que desde su muerte, el 28 de abril de 2000, los montajes de sus obras se pueden contar con los dedos de una mano. Dice Mario Gas que este montaje está en cartera desde hace dos o tres años, y que no ha subido a escena por «diversas circunstancias». Y confiesa el director que el texto marcó su juventud. «Lo vi en Barcelona con quince años y me causó un verdadero impacto; lo he intentado montar en varias ocasiones porque es un texto que me gusta, con el que estoy familiarizado y que está en mi subconsciente».
Buero «Merece estar constantemente en revisión, igual que otros autores de los 40 y 50»
Parábola
Definida por su propio autor como una «parábola», Enrique Llovet dijo de ella que era «casi, casi, una tragedia». «Es una tragedia contemporánea –corrobora Mario Gas–, solo que el destino no lo marcan los dioses, que aquí se quedan en la trastienda, sino la propia sociedad». Es, añade el director, una parábola actual y conmovedora donde podemos ver «cómo estamos hoy en día, en que sigue habiendo especuladores, humillación y alienación frente al compromiso, y donde una élite cada vez más pequeña se enriquece cada vez más. En el fondo no estamos tratando de explicar algo que ocurrió y a lo que asistimos como si fuéramos unos voyeurs, sino que estamos hablando de actitudes constantes en los seres humanos y en las sociedades occidentales, que siguen perviviendo y siguen siendo problemas no resueltos. Desgraciadamente en esta época –concluye Mario Gas– tenemos muchos ejemplos».