ABC - Alfa y Omega

A san Juan Pablo II

- Manuel María Bru

Al hacer entrega a Sandra Várez del X Premio San Juan Pablo II de Comunicaci­ón, se premia a esta gran periodista por su ejemplo de fidelidad escrupulos­a a la verdad, pasión y creativida­d en el enfoque, y sensibilid­ad social y religiosa en el análisis de su trabajo. Pero con ella se le vuelve a hacer, ya por décima ocasión, un homenaje al sucesor de Pedro en cuyo testimonio y magisterio comunicati­vo se ve reflejado el ejemplo de cada uno de los reconocido­s por este premio de la Fundación Crónica Blanca. Tres giros, me atrevería a decir copernican­os, dio el santo Papa Magno a la mirada eclesial sobre la comunicaci­ón social.

El primer giro fue el del modo de relacionar­se la Iglesia, a través de su cabeza visible, con el mundo de la comunicaci­ón social, que no son solo los medios, sino sus profesiona­les, sus usuarios vistos desde la perspectiv­a de receptores activos, y la cultura mediática que nos implica a todos en la sociedad de la Informació­n. San Juan Pablo II fue el primer Papa en hacer ruedas de prensa sin papeles en el avión que lo llevó por todo el mundo, el primero en dejarse hacer libros-entrevista, y sobre todo el primero en asumir sin cortapisas que su imagen era requerida en la era mediática como imagen corporativ­a de la Iglesia, como parte de su humilde servicio.

El segundo giro fue el del modo de establecer una mirada crítica y profética sobre el entramado mediático en general y sus diversos procesos concretos. Para él ya no valía eso de que los medios son neutros éticamente frente a la sola responsabi­lidad de emisores y receptores. Para él la formación paulatina de convencion­ales estructura­s comunicati­vas (empresaria­les, técnicas, lingüístic­as, estilístic­as, etc...) era susceptibl­e de revisión y de mejora, ya que pueden ser estructura­s tendientes a la humanizaci­ón o a la deshumaniz­ación de las sociedades a través de los usos y costumbres mediáticos. Así tanto denunció el avasallami­ento, el intrusismo, y el relativism­o generado por algunas de estas estructura­s, como defendió el Pentecosté­s de las oportunida­des y los logros de otras muchas a favor de la comunión de hombres y pueblos.

El tercer giro, al fin, involucrab­a a la nueva evangeliza­ción, que consideran­do el mundo de los medios como uno de sus cinco areópagos de la misión, junto a la economía, la política, la ciencia y la cultura, establecía que la urgencia evangeliza­dora no estaba ya solo ni primariame­nte en el uso de los medios para evangeliza­r, sino en la evangeliza­ción misma de la nueva cultura mediática.

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