La Contra
¿ Cómo comenzaste en esto de evangelizar?
Yo me convertí a los 17 años en una Javierada y empecé a vivir la fe en congregaciones marianas, y luego en el grupo de la Facultad de Derecho, en mi parroquia de Santa María de Caná, en la Renovación Carismática, ahora en Alpha…, y siempre en perspectiva de evangelización.
Ahora estás con la iniciativa Pastores 3.0. ¿Qué es eso?
Es una evolución. Después del primer anuncio hace falta un discipulado, pero para eso es necesario tener las herramientas necesarias. Los párrocos son pastores de la comunidad y hace falta acompañarlos y dotarlos de recursos para que puedan llevar la conversión pastoral a su parroquia.
¿Qué diferencia hay entre una parroquia así y la tradicional de unas horas de despacho, Misas, catequesis por las tardes…?
La Iglesia nos está llamando a pasar de una pastoral de mantenimiento a una pastoral de evangelización. Una parroquia de discípulos misioneros se articula en comunidades en las que el sacerdote y los laicos son corresponsables en la evangelización, y tiene como referente la Iglesia que describen los Hechos de los Apóstoles, la de los primeros tiempos del cristianismo, una comunidad en la que todos están reunidos en torno a la fracción del pan, evangelizan, se aman, aman al mundo y hacen obras de caridad... Es la tradición de la Iglesia y a la vez es el futuro. Muy distinto de lo habitual… Este modelo de conversión pastoral al que nos llama la Iglesia desde san Juan Pablo II es muy diferente de un modelo de mantenimiento que se centra en conservar lo que se tiene, en el que el centro son las personas que van a la parroquia a recibir sacramentos y ritos de iniciación…, pero que luego no vuelven. Es un modelo que viene de la cristiandad y que actualmente se está desmoronando.
¿Cómo acogen sacerdotes y obispos en España todo esto que ya dice el Papa en Evangelii gaudium?
En las charlas que doy por las diócesis, veo un grupo que se mueve mucho para aprender: un 5 %. Otro 40 % al menos escucha este discurso, pero a nivel práctico veo pocos que le quieran poner el cascabel al gato. Muchos te dicen: «Esto es lo que yo desearía, eso es lo que queremos», pero las estructuras no favorecen el cambio. El día a día les absorbe, los curas están pluriempleados en cada vez más cosas. Su labor pastoral consiste en apuntalar una Iglesia de mantenimiento que les está consumiendo y que saben que en algún momento va a colapsar. No es fácil, porque a nivel de obispos en general no hay decisión de concretar que sea su programa de conversión pastoral. Parece que se quiere abarcar todo… Pero al final no lo consigues. El obispo de Halifax, en Canadá, tomó la decisión de cerrar tres parroquias y abrir una que es un modelo de renovación pastoral, la de Saint Benedict [cuyo párroco es James Mallon, autor de Una renovación divina. De una parroquia de mantenimiento a una parroquia misionera, traducido por el propio Tote]. Queremos tenerlo todo pero al final lo perderemos todo. Si quieres un cambio tendrás que cerrar cosas, atreverte, probar algo nuevo… Decía san Juan de la Cruz que «para venir a lo que no sabes, has de ir por donde no sabes». A veces la Iglesia se comporta como un Diógenes que va acumulando cosas y que no quiere renunciar a nada. ¿Por dónde se podría empezar? Yo suelo decir que basta con que en una diócesis se liberara a un 5 % de los sacerdotes, o al menos una parroquia, para probar a funcionar de esta nueva manera. Pero el cambio pasa por los obispos. Cuando hablas de estas cosas te dicen: «¿Pero cómo voy a parar la catequesis?». Y yo respondo que la catequesis actual no produce conversos y que cuando reciben el sacramento la gente no vuelve por la Iglesia. Es una pena… Sí, pero ¡ojo!, hay planes de pastoral muy voluntaristas, que buscan atajos… Necesitamos volver a la raíz, al Espíritu Santo, que no es algo etéreo, sino lo más práctico que podemos hacer. No podemos darlo por supuesto.