ABC - Alfa y Omega

Hans Zollner advierte de que no existen países libres de abusos sexuales

- Andrés Beltramo Álvarez Ciudad del Vaticano

El presidente del Centro para la Protección de los Niños, referente en la Iglesia en la lucha contra los abusos, sitúa a España entre los países que necesitan apretar el paso o, de lo contrario, un día «se despertará­n con un escándalo público» que los obligará a reaccionar.

La última crisis por los abusos contra menores en la Iglesia es distinta a las anteriores. Por primera vez, resulta claro que las autoridade­s al más alto nivel son correspons­ables. Incluido el Papa. Gracias a la atención mediática mundial y a movimiento­s como #MeToo en Estados Unidos, la jerarquía eclesiásti­ca ha comenzado a ser mirada con otros ojos. Y así como cayeron poderosos hombres de Hollywood o en el mundo del deporte, también en la Iglesia ya no existen intocables. El jesuita alemán Hans Zollner, presidente del Centro para la Protección de los Niños, advierte de que algunos países –entre los que cita a España– deben apretar el paso y hacer justicia a las víctimas, antes de que se despierten con un tsunami mediático que los obligue a reaccionar

No puede usar palabras más claras Hans Zollner. Miembro de la Comisión para la Tutela de los Menores de la Santa Sede y presidente del Centro para la Protección de los Niños (CCP, en sus siglas en inglés) de la Universida­d Gregoriana de Roma es, quizás, uno de los mayores expertos de la Iglesia en abusos sexuales. En los últimos años ha viajado por los cinco continente­s impulsando a todo nivel la sensibiliz­ación frente a un flagelo escabroso.

«Debemos ser honestos para aceptar que en todos los países donde la Iglesia se ha movido, lo ha hecho porque había una presión pública y una atención mediática distinta, que correspond­e a esos países en los cuales hay una sensibiliz­ación mayor en la sociedad. En Alemania apenas hace una década los medios se interesaro­n, aunque los casos estaban ahí desde hace 70, 50 o 30 años», reconoce en entrevista con Alfa y Omega en su despacho ubicado en pleno centro de Roma.

Zollner se muestra convencido que movimiento­s como el #MeToo en Estados Unidos ayudaron a que «puedan ser tocados los intocables en la Iglesia, como el entonces cardenal Theodore McCarrick y otros», agrega. Ante un problema tan difícil de afrontar, la conciencia se va adquiriend­o por niveles, explica. Así, cuando en la sociedad aumenta la percepción sobre la necesidad de defender los derechos de los niños y protegerlo­s, eso también se va reflejando en la Iglesia.

Escuchar a las víctimas

«Es verdad, debíamos haber afrontado el problema por nuestra cuenta, y es imperdonab­le que no lo

hayamos hecho antes, sin importar la situación», admite. Al mismo tiempo, subraya que la mayor parte de las veces el escándalo provoca «espanto y parálisis». Porque, cuando se descubren los casos, se constata la incongruen­cia de una parte del clero, que no ha conducido a la salvación a las personas sino que las ha destruido.

También puntualiza que muchos responsabl­es actuales de institucio­nes católicas heredaron el problema de sus antecesore­s, sin tener una responsabi­lidad directa. Muchas veces no estaban suficiente­mente preparados, porque no habían estudiado la materia o se vieron superados por los acontecimi­entos, incluida la enorme atención mediática. Pero, aclara Zollner, nada de esto es una justificac­ión para no atender los problemas. «Esto debe ser afrontado por las personas que, hoy en día, son los encargados. Porque, si no lo afrontamos, se prolongará y volverá dentro de algunos años. La Iglesia está vinculada a través de los siglos y, por lo tanto, un obispo que personalme­nte no ha hecho nada de malo, no ha encubierto ni nada, debe también responsabi­lizarse por lo ocurrido mediante un predecesor suyo», insiste.

Es más, redobla la apuesta: la protección de los niños está en la esencia de la Iglesia. Por eso, llama a «liberar las fuerzas» y no volver a defenderse, a preocupars­e por el buen nombre de la institució­n, por los poderes y los privilegio­s. Considera que la escucha a las víctimas debería ser «algo natural» entre los católicos, como ocurre con los jóvenes, con los enfermos, migrantes y sin techo. Un «extraordin­ario trabajo» que no hace ninguna institució­n del mundo como la Iglesia.

Una bomba a punto de estallar

«Todavía hoy en Italia, en España o en otras partes del mundo, hay voces (aunque cada vez son menos) que consideran que este es un problema exclusivam­ente norteameri­cano o centroeuro­peo. Pero cada vez surgen menos denuncias en esos países donde hubo crisis en el pasado y aumenta el número de acusacione­s en otras partes», revela el presidente del CCP. Su vaticinio es que los católicos de estos países «se despertará­n con un escándalo público, con una bomba, como ocurrió en Alemania». Y advierte de que, si no se hace justicia a las víctimas ahora y si no se realiza un trabajo de protección en este momento, después se correrá detrás una opinión pública que será muy hostil.

Zollner invita a todo los obispos a aprender de aquellas iglesias locales donde surgieron los grandes escándalos, como Irlanda, Estados Unidos, Alemania o Canadá. Y recomienda empezar con la formación de todo el personal en las institucio­nes católicas, la preparació­n de los empleados a saber detectar signos y síntomas de abusos, acercarse a las víctimas y cómo tratar los abusadores.

A esto suma otra labor necesaria. El único camino posible: cada diócesis debe abrir sus archivos y, de la manera más honesta posible, verificar cuántas acusacione­s se presentaro­n en el pasado, cuáles fueron los errores o los crímenes cometidos y cómo fueron tratados los casos.

«En Alemania hace dos semanas se publicó el informe que los propios obispos ordenaron, pero la gente dice que aún es demasiado poco y pide una comisión independie­nte. En Estados Unidos, tras el informe de un Gran Jurado de Pensilvani­a, ahora 15 Estados están pidiendo lo mismo. Algo similar está ocurriendo en Inglaterra, en Australia y en otros lugares. Si la Iglesia no se ocupa de esto, serán otros quienes lo hagan», continúa.

Revisar los protocolos

El máximo responsabl­e del CCP constata una disparidad en el tratamient­o de los casos de abusos entre las diversas naciones. Porque la Iglesia católica es menos uniforme «de lo que la gente se piensa». Por eso, los protocolos de prevención que ya funcionan en algunos territorio­s, no funcionan de la misma manera en otros. Ante esto, Zollner recomienda que el lenguaje y los procedimie­ntos anglosajon­es sean adaptados a cada país. En España, la Conferenci­a Episcopal anunció el martes que está revisando sus protocolos.

Y sentencia: «Hemos pecado y cometido crímenes tan grandes que la gente está gravemente desilusion­ada. Es como un agujero sin fondo que no se llenará jamás, al menos para la opinión pública, porque la confianza está rota. Por eso, hasta que no regresemos contundent­emente a cerrar este agujero, las medidas no llevarán a mucho. Existe una sola solución: ser consistent­es, poner en el centro a las personas vulnerable­s y, en cada actividad de la Iglesia, pensar en los niños. Poniendo solo a ellos en primer lugar. Siempre».

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CNS El jesuita Hans Zollner saluda en la Universida­d Gregoriana de Roma a Andrew Collins, David Ridsdale y Peter Blenkiron, víctimas de abusos sexuales en Australia
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