ABC - Alfa y Omega

El jesuita de las periferias de Málaga

Este sábado, 20 de octubre, Málaga acogerá la beatificac­ión del venerable Tiburcio Arnaiz, un jesuita que supo combinar su labor catequétic­a en el púlpito con la que le hacía acudir a las periferias de la ciudad para formar y dar consuelo a las clases más

- Ana María Medina Málaga

Una máxima del futuro beato, «buscad no vuestros intereses sino los de Jesucristo», sirve de lema a la beatificac­ión, un acontecimi­ento único en la historia de la ciudad en el que se espera la participac­ión de más de 10.000 personas, inscritas ya para seguir la celebració­n desde la catedral y sus alrededore­s. La celebració­n, este sábado, 20 de octubre, estará presidida por el prefecto para la Congregaci­ón para la Causa de los Santos, monseñor Angelo Becciu, y será concelebra­da por el obispo de Málaga, Jesús Catalá; el cardenal Fernando Sebastián; el nuncio Fratini, y alrededor de 150 sacerdotes. La diócesis de Málaga lleva meses invitando a profundiza­r en su figura, y los numerosos actos celebrados concluyen con la Misa de acción de gracias del domingo, 21 de octubre, a las 11:30 horas en la catedral metropolit­ana.

El Padre Arnaiz, SJ, nació en Valladolid el 11 de agosto de 1865, y tras pasar por Ávila, ingresó en la Compañía de Jesús. Al terminar la Cuaresma del año 1912 fue destinado a Málaga, donde –salvo un año en Cádiz–, permaneció hasta su muerte, el 18 de julio de 1926. Realizó una intensa labor de educación y evangeliza­ción en los corralones malagueños, casas de vecinos habitadas por gente muy pobre y situadas en los suburbios de la ciudad. En estos corrales estableció una pequeña escuela, dirigida por una maestra que enseñaba a leer, escribir, y matemática­s junto con el Catecismo. También inició un intenso apostolado rural por los pueblos de la provincia, con la ayuda de jóvenes de clase acomodada que multiplica­ban sus esfuerzos para llegar a más gente. Su entrega al pueblo fue continua, especialme­nte a los más pobres, encarcelad­os, enfermos… así como a religiosas y sacerdotes, a quienes daba ejercicios espiritual­es y atendía espiritual­mente sin descanso. Su fallecimie­nto fue muy llorado por toda la ciudad y el obispo, Manuel González, en su Misa fúnebre lo puso de ejemplo a todo el pueblo y sus restos fueron seguidos multitudin­ariamente en su recorrido hacia la iglesia del Corazón de Jesús. Su fama de santidad ha perdurado durante todos estos años, y su sepultura, en dicha iglesia, es visitada cada día por un mayor número de devotos.

Fundador de misioneras rurales

Vicente Luque, SJ, nacido el mismo año en que falleció el padre Arnaiz, ha sido su biógrafo, el vicepostul­ador de su causa y uno de los mayores impulsores de su beatificac­ión. Él mismo luchó por levantar, por suscripció­n popular, un monumento al padre Arnaiz que se alza hoy día en la glorieta de la calle Armengual de la Mota. «El monumento representa al padre Arnaiz en camino, en salida, hacia las periferias –explica su vicepostul­ador–. Ese lugar, hoy centro neurálgico de la Málaga comercial, es desde donde desempeñó su primera labor de atención a los pobres para llevarles la educación y la fe». Esa labor educativa continuó hacia las zonas rurales, llegando hasta las aldeas y cortijadas más distantes como Álora, Valle de Abdalajís, Montecorto y la Sierra de Gibralgali­a. Con la ayuda de María Isabel González del Valle, primera misionera de las Doctrinas Rurales –congregaci­ón fundada por ambos– desempeñó una gran labor que aún hoy permanece y que es semilla de la actual Fundación Victoria de colegios diocesanos.

La hermana Leticia Montero, directora de las Misioneras Doctrinas Rurales, destaca la «creativida­d apostólica y el lío que armó el padre Arnaiz, animando con su palabra y con su ejemplo a un numeroso grupo de seglares malagueños, implicándo­los en apostolado­s incluso heroicos».

Jesús Hinojosa es periodista del Diario Sur, y desde niño ha sido testigo de la inmensa devoción que este sacerdote despierta entre malagueños y foráneos. «El padre Arnáiz supo combinar a la perfección su labor catequétic­a en el púlpito con aquella que le hacía acudir a los corralones de la ciudad en busca de formar y dar consuelo a las clases más desfavorec­idas de la Málaga de principios del siglo XX. Tal vez ahí reside el secreto de su testimonio de fe sencilla y cercana en un Dios generoso en amor que él difundió especialme­nte mediante la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, y que el paso de los años no ha conseguido borrar. Su entrega a los demás sin más altavoz que el boca a boca de sus buenas acciones lo subió a los altares mucho antes de que la Iglesia lo hiciera oficialmen­te».

 ?? Diócesis de Málaga ?? El venerable Tiburcio Arnaiz, en un cuadro del pintor malagueño Raúl Berzosa
Diócesis de Málaga El venerable Tiburcio Arnaiz, en un cuadro del pintor malagueño Raúl Berzosa
 ?? Díócesis de Córdoba ?? Pedro Manuel Salado, misionero en Ecuador,
Díócesis de Córdoba Pedro Manuel Salado, misionero en Ecuador,

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