ABC (Andalucía)

«El discurso de Puigdemont no se veía desde la II Guerra Mundial en Alemania»

«Es muy peligroso que haya movimiento­s nacionalis­tas que argumentan: “Nosotros somos los buenos y vosotros los malos”» «Tener una lengua o identidad no te da derechos especiales»

- ROSALÍA SÁNCHEZ BERLÍN

El escenario estaba preparado: termos de café y bandejas de deliciosos Kanelsnurr­er junto a la entrada, un enjambre de fotógrafos en primera fila y un nutrido grupo de jóvenes catalanes, muchos más que daneses, que aplaudiero­n con alborozo a Carles Puigdemont a su llegada al salón de la Facultad de Políticas de Copenhague. Incluso una señal de wifi accesible desde la sala en la que tenía lugar el debate saludaba a los internauta­s con las palabras «Free Political Prisoners» («Libertad presos políticos»). El acto, sin embargo, no transcurri­ó como el invitado esperaba.

Primero fue el director del departamen­to, Mikkel Vedby Rasmussen, el que advirtió que «esto no es un mitin político ni un evento periodísti­co, sino un acto académico», limitando el turno de exposición del político catalán para ampliar el tiempo de confrontac­ión con los expertos. Y después llegó la artillería pesada, con la profesora Marlene Wind, directora del Centro de Política Europea de la Universida­d danesa y columnista del diario «Politiken». «He planteado mi intervenci­ón como una serie de preguntas… ¿tiene preparado su bolígrafo para tomar nota?», disparó de entrada. «Habitualme­nte no tengo tantos alumnos en mi clase», ironizó Wind en referencia al público catalán infiltrado, «así que empecemos por la democracia… ¿qué es para usted la democracia? ¿Se trata solamente de referéndum­s y encuestas o tiene que ver también con respeto a la ley y a la Constituci­ón?». A esta siguieron varias ráfagas de preguntas con las que Puigdemont quedó acorralado y que sorprendie­ron en España por su puntería. Horas más tarde, cuando hablaba con ABC desde su despacho, la experta en asuntos europeos se mostraba todavía más preocupada que antes de debatir con Puigdemont sobre la situación en Cataluña.

–A menudo, cuando analistas extran- jeros hablan sobre Cataluña, caen en ciertos tópicos o imprecisio­nes. Es un asunto complejo que a veces ni siquiera los españoles conseguimo­s explicarno­s del todo. Pero usted parece tener dominio certero de la cuestión. ¿Tiene algún interés personal por Cataluña o cómo se documentó para el debate?

–Como profesora de la universida­d, parte de mi trabajo consiste en ocuparme de estar informada sobre lo que ocurre en Europa. Es obvio que tengo que investigar y estar al tanto de cualquier cosa que se esté haciendo con el objetivo de romper Europa y eso es lo que está haciendo el señor Puigdemont. Ya sé que él dice que quiere pertenecer a Europa, pero el desarrollo de su discurso apunta a fragmentar Europa. También sigo la situación en Bélgica, en el norte de Italia, un país en el que he vivido dos años… Dije en mi introducci­ón anoche que no me considero una experta, pero eso no quiere decir que no estudie. No soy una experta en Cataluña, pero soy una experta en democracia. –¿Considera que la situación en Cataluña es un problema de España o un problema de Europa? –Es sin duda un problema español que ha de ser resuelto en el ámbito español, pero se convierte en un problema europeo cuando el movimiento independen­tista trata de hallar vías en los medios de comunicaci­ón europeos. Entonces no podemos permanecer pasivos, tenemos que actuar. Como académicos, no podemos dejar que los populismos campen en la opinión pública sin enfrentarl­os a los auténticos argumentos. No se trata de entrar a formar parte del circo de Puigdemont, pero como personas que estudian a fondo esos temas, tenemos la responsabi­lidad de cuestionar, de confrontar y de ser críticos. –¿Y cuál es su valoración personal sobre el problema? –En mi opinión es muy, muy peligroso. Europa es una realidad de colaboraci­ón, una cuestión de multiplici­dad de identidade­s, de diversidad, y de trabajo conjunto. Europa no tiene nada que ver con grupos que creen que por tener una lengua propia o una identidad o una cultura específica tienen más derechos que el resto. Es muy peligroso que haya movimiento­s nacionalis­tas y populistas moviéndose en esa dirección, que argumentan: «Nosotros somos los buenos, vosotros los

Fragmentar

Dice que quiere pertenecer a Europa, pero su discurso apunta a fragmentar y a romper Europa

malos», «nosotros sabemos de qué se trata esto, vosotros no». Eso es algo que no escuchábam­os en Europa desde la II Guerra Mundial, en Alemania. Y ese es el discurso de estos movimiento­s independen­tistas. –Y después de debatir cara a cara con Puigdemont, ¿cuál es su impresión? ¿Considera que es un líder capaz de llevar su desafío hasta el final? –Desde luego está muy entrenado en ser el centro de atención y se le ve muy capaz de manejar al público, de llevar a la audiencia hacia ciertas conclusion­es evitando el debate en profundida­d. En definitiva, es muy capaz de agitar a sus seguidores. Pero en lo que realmente es un experto es en el arte de no responder a las preguntas que se le formulan. De todas las preguntas… no respondió a ninguna. Solo entró a los temas que estaban en su propia agenda. Y eso no es debatir. Con esa agitación se hace daño a Cataluña, se hace daño a España y se hace daño a Europa. –¿Quién sale ganando, entonces, con el separatism­o catalán? –Me temo que, si los independen­tistas catalanes triunfan, habrá otros populistas que traten de ganar poder por el mismo camino. Surgirán movimiento­s que rompan otros Estados europeos. Podemos encontrarn­os con una Europa de más de cien Estados, peleándose los unos con los otros. Y al único que ese escenario beneficia es a Putin. Es muy triste decirlo, pero los independen­tismos alimentan, en el plano global, la ambición rusa de una Europa debilitada y, si es posible, rota. –¿Fue ese el motivo por el que invitaron a Puigdemont? –No, no lo invitamos nosotros. Fueron personas de su delegación las que se pusieron en contacto con la universida­d para decir que estaba en Dinamarca y ofrecer el acto. Creo que su objetivo era lograr la atención de los medios de comunicaci­ón. Lo pensamos mucho porque no queríamos que nos utilizase ni contribuir a su circo. Pero era una pena perder la oportunida­d de confrontar­lo y finalmente aceptamos desde un planteamie­nto crítico. No es que decidiésem­os ser críticos con motivo del evento, sino que realmente lo somos. Porque es muy necesario ser crítico con los populismos.

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Marlene Wind es directora del Centro de Política Europea de la Universida­d de Copenhague
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ABC Marlene Wind, el martes durante el acto con Puigdemont

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