Indignación europea
A los demócratas europeos, el señor Puigdemont nos produce indignación. A Oriol Pujol, el dinero de su hermano en Andorra le producía incomodidad. La indignación de la politóloga danesa Marlene Wind, al cantarle las cuarenta al huido heresiarca del flequillo en Copenhague, es la de todos los europeos, asqueados de presenciar este anatema contra la democracia liberal europea. La razón de la incomodidad del menor de los hijos de Pujol, gran heresiarca de la herejía separatista catalana, se debía a que «estaba en política»; motivo por el cual su hermano mayor, gran custodio del tesoro de la secta payesa, le recomendó que se lo donara. Los europeos de bien consideramos una herejía y un sindiós que un bufón mal pelado ande tratando de socavar la unidad de los Estados miembros de la Unión Europea, ya de la mano de oscuras tramas flamencas apoyadas desde Rusia, ya apelando a nórdicos secesionismos isleños. El único consuelo que nos queda a los demócratas liberales europeos es que tanto el incomodado Pujol como el indignante Puigdemont respondan ante la Justicia española; el uno, por mantener cuantiosas sumas de dinero en Andorra, cuya dudosa procedencia no cabe atribuir a la herencia del abuelo; el otro, por perpetrar un golpe de Estado contra el Reino de España, por cuenta de Putin y de ETA, y para daño del euro y de la Unión Europea.
ÁNGEL ARGÜELLES LÓPEZ DE MATURANA BILBAO (VIZCAYA)