ABC (Andalucía)

Los menores dejaron cientos de huellas en la casa de sus víctimas

La Ertzaintza registra los domicilios de los implicados en el doble asesinato de Bilbao

- ADRIÁN MATEOS

Una vez detenidos los presuntos implicados en el asesinato del matrimonio de octogenari­os de Bilbao, los investigad­ores de la Ertzaintza trabajan ahora en la recopilaci­ón de pruebas que ayuden a esclarecer los entresijos del caso. No les fue difícil hallar indicios en el lugar del crimen, donde, tras un exhaustivo examen ocular, afloraron más de 300 huellas y evidencias genéticas. Se trata de una muestra más de la inexperien­cia de los asaltantes, ambos de 14 años, que dejaron la vivienda completame­nte revuelta. Todo apunta a que fuera les esperaba el tercer acusado, de 16, quien presuntame­nte fue el encargado de «marcar» la casa y realizar las labores de vigilancia.

La violencia extrema con la que se perpetró el crimen resultó determinan­te a la hora de dar con los sospechoso­s, que según la Ertzaintza podrían haber accedido al piso de las víctimas trepando por la fachada. En el interior del mismo se encontraba­n Rafael y Lucía, dos ancianos de 87 años conocidos en el barrio de Otxarkoaga por regentar un negocio de pintura y papel pintado. Sus cuerpos presentaba­n signos de haber sido acuchillad­os y golpeados, especialme­nte el del varón.

Más allá de la sangre que dejaron a su paso, los menores tampoco tuvieron ningún cuidado con el piso, el cual abandonaro­n totalmente revuelto. Ya sea por los nervios o por la falta de experienci­a, los chicos no solo dejaron huellas por toda la casa, sino que tampoco se llevaron algunos de los pocos objetos de valor que poseía el matrimonio. Este hecho generó cierto desconcier­to entre los investigad­ores, que mantuviero­n abiertas todas las hipótesis.

Delincuent­es conocidos

El testimonio de algunos vecinos de Otxarkoaga ayudó a estrechar el cerco sobre los presuntos agresores, dos adolescent­es que ya habían protagoniz­ado en el pasado escenas de violencia y que fueron arrestados finalmente el pasado domingo. El primero de ellos fue encontrado en un piso de Balmaseda, en Vizcaya, en el cual se habría refugiado tras cometer el crimen. Su compañero se entregó apenas horas después en una gasolinera de Miribilla arropado por una decena de familiares. Se trata de dos chicos de etnia gitana que ya han sido enviados al centro de menores de Zumárraga (Guipúzcoa), la única instalació­n cerrada del País Vasco.

La investigac­ión, sin embargo, no concluyó con dichos arrestos. Desde un primer momento, la Ertzaintza alertó de que cabía la posibilida­d de que existiera un tercer implicado, el cual fue detenido el pasado lunes. Fuentes de la investigac­ión señalaron que el menor, de 16 años y sin antecedent­es penales, no habría participad­o en el asesinato. Por el contrario, todo apunta a que fue él quien escogió la vivienda donde se produciría el robo.

Acompañado­s por los menores, la Ertzaintza registró ayer los domicilios en los que residen. Dos de estas inspeccion­es se llevaron a cabo en el propio barrio de Otxarkoaga, mientras que la última tuvo lugar en Balmaseda. Una vez concluyó la operación, los dos jóvenes de 14 años fueron enviados de nuevo al centro de Zumárraga, mientras que el tercer acusado fue trasladado para que prestara declaració­n ante la Fiscalía de Menores, en cuyas dependenci­as ha pasado la noche.

Repulsa

Hace casi una semana que tuvo lugar el crimen, pero un sentimient­o de conmoción impera todavía en el País Vasco. A raíz del suceso, varios colectivos han mostrado públicamen­te su rechazo hacia la actuación de los jóvenes. Entre ellos, el Consejo para la Promoción y Participac­ión del Pueblo Gitano, que ayer difundió un comunicado en el que trasladó a las familias afectadas sus «condolenci­as, respeto y solidarida­d». En este sentido, la institució­n manifestó su repulsa a cualquier acto de violencia «con independen­cia de su procedenci­a», y confió en que la Policía pueda «actuar con el rigor debido».

Por su parte, representa­ntes de diversas asociacion­es del barrio bilbaíno reiteraron la necesidad de buscar soluciones para sus «problemas», que van más allá de la falta de seguridad en las calles. Por ello, reclamaron la creación de una mesa de trabajo compartida con Ayuntamien­to y Gobierno vasco para abordar también ámbitos como el educativo y el cultural.

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