«Como uno mismo nadie les cuida»
Estela es soltera y cuando falleció su padre en 2004 se fue a vivir con su madre que se quedó sola. Buscó cuidadora para sentirse tranquila mientras se iba a trabajar cada día, aunque apunta que las distintas experiencias que tuvo no fueron satisfactorias.
Reconoce que se ha sentido muy sola porque sus dos hermanos fallecieron. «Al morir mi hermana tuve que ingresar a mi madre en una residencia unos días para poder viajar y ocuparme de todo y porque mi madre desconocía que su hija había fallecido. Es muy doloroso sentir que no tienes a nadie que te sustituya porque sabes que como uno mismo nadie la va a cuidar».
Finalmente, en 2015 no tuvo más remedio que ingresarla en la residencia de la Fundación VíaNorte-Laguna. «Cuando le dije que tenía que volver allí me respondió: “lo que haga falta”. Vi el cielo abierto al verla tranquila. La dejé un miércoles y fue un momento de calma tensa porque sentí que fue muy bien acogida y sonreía. No volví hasta el domingo. Lo pasé fatal porque en mi cabeza solo estaba ella. Me pasé casi dos días tumbada, agotada. Quería convencerme de que se adaptaría bien. El personal de la residencia me llamaba y me decía que estaba bien y tuve el apoyo de amigos para afrontar aquellos días».
Explica que aún hoy, «cada vez que salgo de la residencia me dan escalofríos porque pienso que algún día será el último. Me queda la tranquilidad de que durante los once años que he cuidado de mi madre, que hoy tiene 91 años, lo he hecho lo mejor que he podido y sabido. Eso es lo más importante y con lo que uno se tiene que quedar».