ABC (Andalucía)

De buena ley

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Durante un viaje por la Ruta de la Plata, desde Jerez a Frómista (Palencia), salí de la autovía, pasada la provincia de Sevilla, pero sin saber exactament­e dónde, por una necesidad fisiólogic­a. Vi un pueblo blanco, pero demasiado lejos. Casualment­e, divisé un patio con unos servicios. Así que aparqué y tomé mi bandolera (ya que, aparte de toda la documentac­ión, llevaba en efectivo 1.500 euros para unas gestiones). Lo único que pude ver es que se trataba de una fábrica, en la que ponía «venta de jamones». Pasadas unos dos horas y media, ya en la provincia de Cáceres, me doy cuenta de que no estaba la bandolera. La había dejado en aquel lugar.

Lo primero que hice –con desazón, puesto que habían pasado más de 200 kilómetros– fue parar en la primera gasolinera y anular mis tarjetas de crédito. Casualment­e había un coche patrulla de la Guardia Civil, a la que expuse mi situación. Dedujeron que tenía que haber sido en Badajoz. Se pusieron en contacto con la Policía Nacional para que investigar­an y me sugirieron que volviera por si podía recordar algo. La situación me estaba superando: los ahorros de un jubilado y la hucha de un año, perdidos. Aparqué en el arcén de la autovía. Se acercó un coche patrulla de la Guardia Civil y les expliqué todo de nuevo. Y aquí empieza una labor encomiable, que dignifica no solo a esos agentes, sino a la Guardia Civil.

Me pidieron que me calmara, que pensara... Empezaron a decirme pueblos: Calamonte, hasta donde me guiaron. Pero no me sonaba de nada. En ese momento, uno de ellos mentó la posibilida­d de que fuera Monesterio. Me pidieron mis datos para poderme informar si sabían algo. Pasadas aproximada­mente unas cuatro horas y media, recibo una llamada de mi casa. Han localizado la bandolera, en Monesterio. El agente que habla conmigo me facilita el contacto de un empleado de la fábrica, Rafael Contreras, que me confirma que está el dinero. La limpiadora lo encontró y se lo entregó. Hasta los trámites de ingresarme el dinero y de reenviarme la bandolera lo han hecho sin coste alguno para mí.

Existe una España encomiable y una tierra, para mi ya inolvidabl­e, Extremadur­a, donde existen los seres humanos más honrados, eficientes y con sentido del deber que he conocido: Joaquín y José, los dos agentes de la Guardia Civil, y los empleados de Victoriano Contreras Barragán y Hnos, El Peñasco. Gracias. JESÚS M. MOSQUERA RODRÍGUEZ JEREZ DE LA FRONTERA (CÁDIZ)

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EFE Sala de oposicione­s

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