Lambán censura el «repliegue» del Estado en Cataluña
Pide combatir al separatismo en vez de intentar apaciguarlo con más concesiones
El presidente de Aragón y líder regional de los socialistas, Javier Lambán, ha apelado a combatir al separatismo y acabar de una vez con la política de cesiones para intentar apaciguarlo. En un artículo que firma este viernes en el suplemento de ABC dedicado a Aragón con motivo de la festividad del 12 de octubre, Lambán subraya que el separatismo catalán se ha convertido en una gran amenaza que debe combatirse desde el «patriotismo constitucional».
Censura «el progresivo repliegue de las instituciones del Estado» en Cataluña, «tolerado por los sucesivos gobiernos de Madrid». Y advierte de que hay que acabar de una vez por todas con «la confianza de los independentistas en que cualquier salida que se les ofrezca ahora supondrá un nuevo repliegue a cambio de nada, hasta el punto de que llegará un momento en que ya no quedara “estado” en Cataluña y la “desconexión” será un hecho».
«Degradación intelectual»
Lambán considera que, frente al desafío separatista, «no habrá solución si no conseguimos cohesionar de una vez al país en torno a un verdadero patriotismo constitucional». Y ve imprescindible «reivindicar activamente a España como el gran país que es» y exhibir «nuestro orgullo de ser ciudadanos españoles».
Advierte que el independentismo ha logrado «escindir y enfrentar» a la sociedad, y que ha conducido a la política catalana a «un proceso de degradación intelectual, moral y hasta estética impensable hace unos años». Frente a ello, lamenta que los partidos constitucionalistas españoles están divididos». Por eso, subraya que «la reconstrucción de la unidad y de la cohesión es el principal desafío de nuestro tiempo, que concierne a todos los poderes públicos y a la sociedad en su conjunto».
Ante esta situación, Lambán critica por igual a las derechas que abanderan «desconcertantes propuestas recentralizadoras» y a las izquierdas que «identifican la unidad de España con el franquismo, consideran la Transición como una operación política fallida y partera de una democracia ilegítima, y siguen otorgando a los nacionalismos periféricos una superioridad moral de la que carecen».