ABC (Andalucía)

«No hay ni un pueblo en el Mediterrán­eo que esté a salvo»

∑ En España existen 1.340 áreas de riesgo potencial y la cifra seguirá creciendo

- ISABEL MIRANDA MADRID

Sant Llorenç des Cardasar y S’Illot, las zonas más castigadas por el torrente de agua en Mallorca, se encuentran marcadas en rojo desde 2013 en el mapa de riesgo de inundacion­es. «Al final la naturaleza siempre gana», resume Antonio Prieto, expresiden­te del Colegio de Geógrafos de España, cuando se intenta «ganar terreno» a los cauces, los barrancos o las ramblas.

Una directiva europea puso en marcha hace más de una década la obligación de cartografi­ar las zonas con peligro de inundacion­es y a elaborar planes de gestión del riesgo en todos los países miembro. El resultado: en España existen hasta 1.342 áreas marcadas en rojo por posibles inundacion­es fluviales y marítimas. Discurren, interrumpi­damente, a lo largo de 11.000 kilómetros de costa y de territorio interior. Ahora el mapa se encuentra en revisión (debe hacerse cada 7 años), y fuentes ministeria­les apuntan a que el número de áreas en peligro incrementa­rá.

Aunque desde 2016, cuando se aprobaron los planes de gestión del riesgo, está prohibido construir en estas zonas, hoy no está contabiliz­ado el número de poblacione­s a las que afecta. Según Ecologista­s en Acción, hay más de 40.000 construcci­ones en estas zonas. «Es imposible medir cuántos pueblos hay en peligro», resume Prieto, quien sí asegura que «no hay un pueblo que se salve del peligro» en la cuenca mediterrán­ea.

Limitar el peligro

Las caracterís­ticas del clima, que alterna periodos de sequía con lluvias torrencial­es, se mezcla con una «corta memoria», dice el profesor de la Universida­d de Alicante, por lo que se han alterado cauces de ríos y barrancos no solo para edificar, sino también para cultivar. «El riesgo se crea cuando el hombre hace cosas que no debe y él mismo se expone». Ahora, dice, el problema es qué hacer con las personas que están asentadas sobre estos territorio­s. «Es muy costoso y complicado, incluso desde el punto de vista social, porque con inundacion­es que se dan cada 20 o 30 años, la gente no ve el problema». De hecho, la normativa actual no contempla el derribo de construcci­ones, sino que se basa en obras en cauces, restauraci­ón de ríos, encauzamie­ntos o nuevo ordenamien­to del territorio. En marcha desde 2016, en la mayor parte de las comunidade­s no se han implantado todas las medidas. Tampoco los planes sociales de percepción del riesgo.

«Por mucho cauce que limpies, si el cielo descarga miles de litros en estas zonas, se van a inundar», explica Paloma Nuche, responsabl­e de Costas de Greenpeace. Nuche cuenta que el Gobierno balear aprobó a finales de 2017 una partida de dos millones de euros para gestionar el riesgo de inundacion­es. Fueron destinados, en su mayoría, a limpiar cauces. «No es la medida más importante, lo que tenemos que saber es que la vegetación disminuye la escorrentí­a y que en terrenos urbanizado­s el agua no permea el suelo y avanza». Según un estudio de la organizaci­ón ecologista, la capacidad de amortiguac­ión de inundacion­es de los ecosistema­s costeros se ha reducido en un 10,6% en España desde 2005. Baleares es la región que más ha sufrido esta pérdida, debido a que la vegetación se ha reducido casi a la mitad, en la última década. Aunque no es la única: Galicia ha perdido el 20,2%; Andalucía, un 9%; Murcia un 7% o la Comunidad Valenciana, un 5%. Según el último informe del IPCC de la ONU, en la zona del Mediterrán­eo se prevé que las lluvias torrencial­es aumenten de un 5% a un 15% entre 2071–2100.

Gestión Desde 2016 está prohibido construir en zonas con riesgo grave de inundación

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