Maestro de la restauración gallega
De su casa se salía muy bien comido y con una sonrisa
Con César Gallego, fallecido a los 92 años, se va un cachito de alma de La Coruña, ciudad liberal, paseante y humorista, cuyo espíritu encarnaba. Maestro de la restauración gallega, fue el dueño, jefe de sala y fuerza motriz del clásico restaurante El Coral, que durante 58 años se mantuvo en las recomendaciones de la Guía Michelin. De su casa siempre se salía bien comido, pues se trataba, como bien proclamaba él, de «un restaurante conservador», en el sentido más elevado. Pero también con una sonrisa, por su encanto humano, que te hacía sentirte parte de algo especial, y por su constante e infalible sentido del humor. Sus anécdotas darían para un libro. En una ocasión unos clientes le preguntaron cómo distinguir la merluza fresca de la congelada. «No les puedo ayudar, porque yo solo he probado la fresca», les soltó César, que no mentía, pues en su local imperaba un género excelso. Otros comensales le plantearon una cuestión casi esotérica: «¿Cuál es la correcta masticación de la cigala?». Y César, que por algo se apellidaba Gallego, respondió con su retranca: «Bueno, eso dependerá del tamaño de su boca…».
César, más gallego que el pan de maíz, era también un auténtico patriota español. Hijo de un camarero de Valladolid, al que la mili trajo a La Coruña, empezó, bandeja en mano, en el legendario Hotel Embajador. En 1954, merced a su esfuerzo, encanto e ingenio, logró hacerse dueño de El Coral, al que convirtió el gran restaurante de la ciudad. Su hijo Pablo Gallego mantiene viva la llama en su excelente local de María Pita.