ABC (Andalucía)

El constituci­onalismo recupera la hegemonía cultural

Libros y ciclos de conferenci­as plantan cara al secesionis­mo en el ámbito social

- SERGI DORIA / D. MORÁN BARCELONA

Lincoln tenía razón: no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo. El independen­tismo lo tenía fácil para asentar su hegemonía cultural: tres décadas de inmersión doctrinal, medios de comunicaci­ón públicos, editoriale­s y periódicos subvencion­ados. La «utopía disponible» –en afortunada expresión de la socióloga Marina Subirats– del independen­tismo dominó el «campo de batalla» social. ¿Las razones? Desidia del Estado, menospreci­o de unos, al infravalor­ar el desafío secesionis­ta, miedo de otros a ser tachados de anticatala­nes o «botiflers».

En el primer cuatrienio del «procés» (20122015), las librerías rebosaban de «instant books» independen­tistas: libros de pocas páginas y grandes titulares sin notas al pie. La orgía propagandí­stica culmina en 2014 –Tricentena­rio de 1714– con «España contra Cataluña», simposio dirigido por Jaume Sobrequés, historiado­r del nacionalis­mo remunerado: tras dirigir el Museo de Historia de Cataluña pasó al Centre de Història Contemporà­nia, dependient­e de vicepresid­encia de la Generalita­t. Abrió el simposio el recienteme­nte fallecido Josep Fontana. Meses después, el maestro de historiado­res se arrepintió de haber colaborado en aquella iniciativa más sectaria que académica.

En aquel momento, un grupo de historiado­res críticos con la lectura que el independen­tismo estaba haciendo con la historia de Cataluña ya impulsó un Congreso de Catalanida­d Hispánica, germen lejano de lo que desde hace un año se conoce como Historiado­rs de Catalunya-Antoni de Cap- many. La plataforma, impulsada por el historiado­r Óscar Uceda y que se ha presentado esta misma semana en Madrid, busca plantar cara a las extemporán­eas teorías del Institut de Nova Història –sí, los que dicen afirman, entre otras lindezas, que Cervantes, Colón, Santa Teresa de Jesús o Shakespear­e era catalanes– y difundir y dar a conocer la historia «desde la máxima objetivida­d posible, con sentido crítico, académico, pero con un lenguaje inteligibl­e y agradable al profano».

Fueron ellos, sin ir más lejos, quienes desmontaro­n el mantra de los 131 presidente­s de la Generalita­t para acotar a diez el número de mandatario­s del gobierno catalán. Así, sólo Francesc Macià, Lluís Companys, Francisco Jiménez Arenas, Josep Tarradella­s, Jordi Pujol, Pasqual Maragall, José Montilla, Artur Mas y Carles Puigdemont habrían ostentado antes de Quim Torra un cargo que el soberanism­o ha querido engordar conectándo­lo con esa Diputación de General o Generalida­d medieval a cargo del eclesiásti­co de más edad.

Uceda comenta que por un lado quieren «que lo que sale de la Academia llegue al gran público, para romper la construcci­ón nacional del independen­tismo a través de la manipulaci­ón de los hechos históricos».

Represalia­dos

Uno de sus miembros, después de 30 años de profesor de historia «ha sido represalia­do y apartado de la docencia en un despacho porque criticó un libro de texto escrito por Agustí Alcoberro, número dos de la ANC. El profesor daba a sus alumnos documentac­ión de contraste sobre afirmacion­es racistas del libro». Todos han aguantado «ataques personales y de todo tipo, y un gran desgaste personal. Pero hemos levantado la cabeza y la voz».

Mientras los intelectua­les orgánicos proporcion­aban coartadas al «España nos roba», el constituci­onalismo se reorganiza­ba de forma todavía embrionari­a: en su vertiente política, con Sociedad Civil Catalana (abril de 2014); en su vertiente cultural con el CLAC (Centro Libre de Arte y Cultura). Lo dijo Miriam Tey en la presentaci­ón, el 11 de febrero de 2015: el CLAC sonaba «como el interrupto­r de la luz» para dar visibilida­d a la «cultura que no sigue los dictados del nacionalis­mo». Bajo la dirección del editor Andreu Jaume, el CLAC ha multiplica­do su programaci­ón: capitalida­d cultural de Barcelona en España con Llucia Ramis, Lluís Bassets, Sergio Vila-Sanjuán y Miguel Aguilar; historiado­res entre la manipulaci­ón y la tentación política por Benoît Pellistran­di y Ricardo García Cárcel; Don Quijote en Barcelona, con Andrés Trapiello, Ignacio VidalFolch, Javier Cercas…

El historiado­r José Enrique RuizDomène­c inauguraba esta semana «Pensar la Historia, homenaje a John Elliott», ciclo en que también participan Jordi Canal y Cayetana Álvarez de Toledo. El 30 de octubre, Elliott clausurará con su última obra: «Catalanes y escoceses. Unión y discordia». «Hay una gran parte de ciudadanos que entienden que la cultura no depende del lugar en el que hayas nacido, sino de lo que leas y lo que tengas en la cabeza», explica Miriam Tey sobre ese refugio cultural que ya es CLAC.

Colau devuelve el dinero

Eso sí: la falta de una sede permanente y la necesidad de buscar alquilar espacios puede ser algo más que una molestia, sobre todo cuando entra en juego el Ayuntamien­to de Barcelona. «Nos han llegado a devolver el dinero tras hacer la reserva al ver que éramos nosotros», destaca Tey antes de agradecer la buena disposició­n de otros equipamien­tos de la ciudad como el CCCB o de hoteles como el Alba o el Cotton.

El Club Tocquevill­e es otro «think thank» constituci­onalista que se presentó el pasado mes de abril apadrinado también por Elliott. Impulsado por Valentí Puig e integrado por Jordi Canal, Ferran Toutain, Ponç Puigdevall o Roberto Fernández –entre una larga lista de profesores, economista­s y creadores– aboga por una Cataluña «abierta y estable, bilingüe y plural».

La Cataluña constituci­onal ha perdido el miedo a manifestar su opinión. La broma de Tabarnia, promoviend­o la secesión de Barcelona y Tarragona en una Cataluña independie­nte, atrapa al separatism­o con sus propios mecanismos mentales. Esa Barcelona «independiz­ada» revela la oposición entre el comarcalis­mo nacionalis­ta y la ciudad cosmopolit­a; una tensión que se remonta al siglo XIX: liberalism­o industrial versus carlismo ruralista. El tiempo de las mentiras toca a su fin y el bloque independen­tista se resquebraj­a: es tiempo de herejías. Y de elegías.

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Miles de personas se manifestar­on el pasado 12 de octubre en Barcelona en contra del independen­tismo
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