ABC (Andalucía)

PRE-SUPUESTOS

Catalanes y vascos exigen a Sánchez que mantenga los compromiso­s pactados con Rajoy aumentados

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

QUIÉN puede estar contra una subida del salario mínimo, de las pensiones, de los servicios de dependenci­a, de los permisos de paternidad, de la educación a partir del nacimiento, de la investigac­ión, de la rehabilita­ción de viviendas, y paro de contar pues si enumero todas las gratificac­iones que incluye el presunto presupuest­o del PSOE y Podemos, agotaría el espacio sin haberlo comentado. Sí, ¿quién puede estar contra todo ello? El problema es: ¿cómo se paga? Porque la lista de ingresos no puede ser más escuálida: unos miles de millones previstos en nuevos impuestos y unos cientos de millones en mayor recaudació­n no dan para tanto. Vistos de lejos, parecen las cuentas del Gran Capitán en los gastos y las cuentas de la lechera en las ganancias. O, para una imagen más moderna, las cuentas de Monedero para Venezuela, que la convirtier­on del país sudamerica­no más rico en uno de los más pobres, cobrándole su buen dinerito: 426.000 dólares.

Aunque tampoco hay que ir tan lejos: fue lo que hicieron Zapatero y Solbes al llegar la gran crisis de 2008, negar que nos afectara y, cuando nos afectó, gastarse lo que había en la caja en rotondas por los pueblos de España. Lo completa que el gobierno de Sánchez sigue haciendo lobby en Bruselas por el chavismo, pidiendo que se cambien las sanciones por el «diálogo», su bálsamo de Fierabrás para todos los problemas, incluido el catalán, por más que aquellos nacionalis­tas le exigen pago al contado e incluso por adelantado: si no hay acuerdo sobre un referéndum de independen­cia y la fiscalía no retira las acusacione­s a sus líderes en la cárcel o exilados, no apoyarán sus presupuest­os. Y no sólo los catalanes, también los vascos le exigen que mantengan los compromiso­s pactados con Rajoy aumentados tanto financiera como políticame­nte, con nuevas transferen­cias autonómica­s, a cambio de sus votos.

Sánchez se encuentra como en aquella dramática sesión del Comité Federal del PSOE en que perdió la secretaría general. Recordarán que utilizó, sin éxito, todos los recursos, incluida una votación amañada. Eso sí, hoy preside el Gobierno, lo que le da una enorme ventaja. Y una enorme deuda con quienes le llevaron al poder. Esta vez se alía con Podemos e intenta comprar a los nacionalis­tas, quedándole, además, una carta en la manga: advertirle­s que, como no le apoyen, tendrán un gobierno de PP y Cs. Bastará con que las fuerzas que le llevaron a La Moncloa le apoyen, con la duda del secesionis­mo catalán, donde reina el caos, quiero decir, la sinrazón. Y le queda por salvar el último escollo: Bruselas. El borrador de presupuest­o que les envió no ha convencido y piden más detalles de unas cuentas que no cuadran ni con cola. Veremos qué dicen con las mucho más explícitas que les presentará hoy. Sin olvidar que Bruselas aconseja, advierte, llama la atención, pero no suele condenar ni sancionar, que deja para cuando el daño está hecho. Como con Grecia. Flaco consuelo.

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