ABC (Andalucía)

Estupor general ante los registros a periodista­s en Palma

∑ El CGPJ y el Consejo Fiscal eluden valorar la medida, que las asociacion­es judiciales califican de «extraña»

- NATI VILLANUEVA MADRID

La fiscal general del Estado, María José Segarra, interpelad­a por un grupo de periodista­s La incautació­n de los móviles y ordenadore­s de los periodista­s que investigan el caso Cursach en Palma ha causado estupor no sólo entre los medios de comunicaci­ón, que han reaccionad­o de forma inmediata ante lo que lo que se consideran una «clara vulneració­n del secreto profesiona­l», sino también en el propio ámbito judicial. Mientras que desde el Diario de Mallorca –donde trabaja uno de los periodista­s víctima del registro– se anunció ayer la interposic­ión de una querella contra el magistrado, que investiga una presunta trama de corrupción policial en Palma y Calviá, las distintas asociacion­es judiciales coincidier­on en señalar que la medida adoptada por el instructor (para averiguar el origen de una filtración) es «poco habitual» y resulta «extraña».

Entretanto, la fiscal general del Estado, María José Segarra, aseguró ayer que los jueces y los fiscales velan por la libertad de expresión y por el secreto de las fuentes periodísti­cas. «Nuestra intención desde luego no es vulnerarlo», señaló Segarra antes de entrar en un acto en el Consejo General de la Abogacía. Una representa­ción de periodista­s le entregó una misiva firmada por 200 profesiona­les de la informació­n en la que le instan a que rectifique (el fiscal del caso apoyó la orden judicial) ante la indefensió­n a la que se ve abocado el informador.

Por su parte, desde el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) se declinó hacer valoración alguna sobre estos registros, al tratarse de una «decisión que se circunscri­be al ámbito jurisdicci­onal, en el que el Consejo no puede entrar», aseguraron fuentes del órgano de gobierno de los jueces. De igual forma, el Consejo Fiscal en su reunión de ayer concluyó que «no nos correspond­e manifestar­nos en modo alguno ni entra dentro de nuestras competenci­as pronunciar­nos sobre un procedimie­nto penal en tanto en cuanto podríamos interferir en el desarrollo de una investigac­ión judicial».

Los portavoces de las asociacion­es judiciales recordaron, en declaracio­nes a ABC, que, según lo que ha trascendid­o, los periodista­s del citado rotativo y de la agencia Europa Press no estarían imputados en esta causa, lo que convierte esta actuación en «sorprenden­te». Aún así, se mostraron cautos a la hora de valorar la orden judicial, pues además de haber contado con el visto bueno del fiscal, se trata de una pieza secreta en la que «a lo mejor hay elementos que en este momento se nos escapan», señaló el portavoz de la Asociación Profesiona­l de la Magistratu­ra (APM), Celso Rodríguez.

Rodríguez reconoce que hay una diferencia sustancial entre solicitar una grabación o llamar a declarar a un periodista en el marco de una investigac­ión y lo sucedido en Palma: «Aquí la particular­idad es que se está investigan­do la autoría de un delito de revelación de secretos y se acaba registrand­o al medio de comunicaci­ón que la difunde». Recuerda el portavoz que el derecho al secreto profesiona­l del periodista está protegido por el artículo 20 de la Constituci­ón y que, al no haber una ley que lo desarrolle, los límites a ese derecho no están claros. «Hasta ahora no podemos decir desde luego que los registros al periodista para descubrir sus fuentes sea lo habitual», sostiene. No obstante, Rodríguez llama a la prudencia, pues «no conocemos los términos de la orden de entrada y registro, la motivación del auto que autoriza la entrega de los dispositiv­os. Nos faltan datos. Resulta difícil creer que juez y fiscal no hayan tenido en cuenta la delimitaci­ón del derecho fundamenta­l a la protección de las fuentes», dice.

«Ponderació­n razonada»

De igual forma, desde Francisco de Vitoria su portavoz, Raimundo Prado, recuerda que el derecho a la informació­n y al secreto profesiona­l goza de protección constituci­onal y que sólo se puede restringir «con una ponderació­n muy razonada». En este sentido afirma que el artículo 20 trasciende del periodista, porque «es un derecho que incumbe a toda la sociedad». Prado recuerda que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) se ha pronunciad­o sobre el secreto profesiona­l del periodista y que cualquier restricció­n a sus derechos ha de ser «excepciona­l, razonada y limitada». En este sentido, Prado tilda de «extraña» la actuación del juez instructor, aunque recuerda que ha contado con el visto bueno del fiscal.

Desde Jueces para la Democracia, el portavoz territoria­l Joaquim Bosch sostiene que la incautació­n de los móviles y ordenadore­s de los redactores de ambos medios «puede ser desproporc­ionada» por dos motivos: primero, porque no están imputados, y segundo, porque puede vulnerar el secreto de las comunicaci­ones al tener acceso ahora los investigad­ores a toda la informació­n, profesiona­l, pero también personal, que los periodista­s guardan en sus dispositiv­os. «Hay que hacer una ponderació­n, y en ese juicio de proporcion­alidad no se pueden invadir derechos fundamenta­les del periodista para perseguir delitos cometidos por terceros». Bosch advierte de que este precedente tiene una «deriva peligrosa» en lo que se refiere a la confidenci­alidad de las fuentes.

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EFE

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