La peor tarde del Bernabéu
Isco se encaró con la grada y fue abucheado, Marcelo estuvo pésimo de nuevo y Bale se dañó el tobillo derecho
Singular este nuevo formato de Champions puesto en marcha esta temporada, que en su fase de grupos lleva dos partidos de cada día a las 18.55. El Real Madrid debutó en este horario infantil en el partido que cerraba la primera fase, ante el CSKA, y resultó ser una merienda desastrosa con la peor derrota de la historia como local en competiciones europeas, un desastre difícil de digerir y que tendrá mucho recorrido.
A esas horas, en los alrededores del Bernabéu el griterío no era propiedad de los aficionados, sino de los numerosos niños que salían del colegio con la adrenalina a tope y engullendo sin respirar los bocadillos y sándwiches que le habían traído los padres para merendar. Iniciado el partido, el Bernabéu apenas llegaba a la media entrada. Incluso la grada de animación mostraba huecos, algo insólito. El aspecto mejoró con el paso de los minutos y finalmente el coliseo blanco fue ocupado por 60.000 personas, pero no parece que las 18.55 horas sea una brillante idea para mejorar la organización del torneo. El frío ambiente se mimetizaba con la gélida temperatura (5 grados) y el inexistente aliciente deportivo, con el Madrid ya clasificado como primero. Solo los 2.000 aficionados moscovitas le daban sonido y color a un Bernabéu inusual en acto de Champions, pletóricos además por un triunfo histórico. Esa felicidad contrastaba con las caras largas del madridismo y de sus jugadores, marcados después de un encuentro infame.
Inicio prometedor
La primera media hora blanca, de notable juego y brillantes acciones de Asensio y Vinicius, dieron algo de calor a la parroquia local, pero el equipo se vino abajo en diez minutos finales homenaje a la era Lopetegui. Desajustes de los centrales, Marcelo defendiendo con prismáticos y encimando al oponente con su sombra, y dos goles Bale se torció el tobillo derecho en un salto recibidos en las dos únicas llegadas del rival. Un primer acto de victoria cómoda para el Madrid acabó con 0-2 y silbidos a los jugadores.
La bronca iría a más a tras el descanso. En especial con Isco. El malagueño, titular ayer por segunda vez con Solari, se encaró con un sector de la grada baja del fondo norte. Y si hay situaciones que el Bernabéu no perdona es la queja de una de sus estrellas hacia el que paga. La bronca nace en el minuto 55, cuando Isco se recrea con un balón dentro del área, rematando mal y desviado. A su derecha tenía libre de marca y en mejor posición a Asensio y eso es lo que le reprochó la grada. Isco, enfadado, levantó el brazo mientras espetaba un «qué queréis, qué queréis, animad». Desde entonces, cada balón de Isco era sinfonía de viento para sus oídos.
Los cambios de Solari, tirando de pesos pesados como Bale y Kroos, no mejoraron las prestaciones blancas, ofuscado desde el cortocircuito del 02. Tanto que ni siquiera inquietaba la portería de Akinfeev y que recibió el 0-3 en el único tiro de los rusos en la segunda mitad, obra del islandés Sigurdsson. Es la primera vez en la historia, dicho está, que el Madrid pierde un partido europeo en su casa por una diferencia de tres goles. Feo dato.
La serie de desdichas la completó un amago de lesión de Bale, seguramente entre algodones los próximos días, con el Mundial de Clubes a la vuelta de la esquina. El galés, a la salida de un córner, pisó involuntariamente a Nababkin, torciéndose el tobillo derecho. Le vendaron y tuvo que ser atendido un par de veces. Una desgracia más en una tarde de perros.
Derrota histórica El Madrid perdió ayer en su casa por primera vez un partido europeo por tres goles de diferencia