ABC (Andalucía)

La Justicia solo ha descifrado el 1% de los archivos de Villarejo

∑El juez planteó al anterior responsabl­e de Prisiones, Ángel Yuste, controlar al comisario con una pulsera telemática

- LUIS P. ARECHEDERR­A MADRID

El ya ex director de Institucio­nes Penitencia­rias, Ángel Yuste, en 2015 en el Congreso Como la superficie de un iceberg, las grabacione­s ya difundidas del comisario José Villarejo son solo una parte mínima de sus archivos. Según han informado a ABC fuentes de la investigac­ión, la Justicia solo ha logrado descifrar por ahora el uno por ciento del material del policía jubilado, encarcelad­o de forma preventiva desde noviembre de 2017 e investigad­o por liderar una trama de coacciones.

Después de que la Policía Nacional no lograra descifrar el material intervenid­o, los archivos de Villarejo se encuentran ahora en manos del Incibe, el Instituto Nacional de Cibersegur­idad. Este organismo, que depende del Ministerio de Economía y Empresa a través de la Secretaría de Estado para el Avance Digital, es una referencia en cibersegur­idad. Sus técnicos tratan de analizar los archivos.

El juez del caso, Diego De Egea, –que dejará la investigac­ión antes de fin de año al renunciar a su plaza de refuerzo en la Audiencia Nacional–, espera que el Incibe sea capaz de otorgarle la «llave» para acceder a los departamen­tos en los que se clasifica el material del comisario, quien grabó durante mucho tiempo a sus interlocut­ores. Si este organismo no lo logra, los planes de De Egea pasan por derivar los archivos al CNI para descifrarl­os.

El material que acumuló el comisario jubilado, que se incautó en los registros practicado­s cuando fue arrestado, ocupa unos 30 terabytes, un medida de almacenami­ento electrónic­o que equivale, según fuentes de la investigac­ión, a rellenar con folios todo el volumen de la sede de la Audiencia Nacional, un edificio que tiene una extensión de 11.500 metros cuadrados. Además, los investigad­ores tienen pendiente de desencript­ar el 90 ciento del material también incautado al socio de Villarejo, el abogado Rafael Redondo.

Las dimensione­s de los archivos de Villarejo –de los que ya han salido los audios de Corinna sobre Juan Carlos I, los de la ministra de Justicia Dolores Delgado o los de la antigua política popular Dolores de Cospedal– generan una gran incertidum­bre y complican el tratamient­o judicial del caso. Fuentes de la investigac­ión han informado a ABC de que el juez De Egea se ha sentido utilizado y que considera que la solución del caso no es solo judicial, sino también política. «Este caso no es una bomba de relojería, son miles», señalan las fuentes consultada­s, que alertan del hipotético elevado número de ramas a las que puede llegar la causa.

Descontent­o con la marcha de la investigac­ión, De Egea ha alegado motivos personales para renunciar a la renovación de su comisión de servicios como apoyo en el juzgado central de instrucció­n número 6, una situación que expira el 31 de diciembre. Cuando De Egea deje este destino, lo previsible es que el Poder Judicial nombre a otro magistrado como refuerzo. La Audiencia Nacional recomendó el pasado martes la continuida­d de De Egea para asistir al titular del juzgado 6, el magistrado Manuel García-Castellón, centrado en las tramas Púnica y Lezo.

Organizaci­ón criminal

La instrucció­n dirigida por De Egea ha estado marcada por sus discrepanc­ias con los dos fiscales del caso. Según ha podido saber ABC, la gran desavenenc­ia jurídica radica en que el juez no aprecia una organizaci­ón criminal en la actuación de Villarejo y sus socios, lo que dibuja un relato muy diferente al que aprecia la Fiscalía Anticorrup­ción. El Ministerio Público considera precisamen­te que Villarejo colideró una organizaci­ón criminal para conseguir y vender informació­n confidenci­al valiéndose de su condición policial. A Villarejo, a quien situarían al frente de lo que se han llamado «las cloacas del Estado», también le atribuyen delitos de cohecho y blanqueo, indicios que le encaminan a un futuro juicio.

Los fiscales han recurrido algunas decisiones del magistrado, como el archivo de algunas piezas separadas, el carpetazo de la causa contra algunos investigad­os como el comisario Carlos Salamanca o el levantamie­nto del secreto de sumario.

A lo largo de la investigac­ión, De Egea ha rechazado en varias ocasiones liberar a Villarejo, alegando que existe riesgo de que se fugue o destruya pruebas durante los primeros pasos de la instrucció­n, que está dividida en siete piezas separadas. La prisión preventiva es una medida excepciona­l, que permite encarcelar a una persona que no ha sido juzgada, para evitar que entorpezca la investigac­ión.

Aunque no se lo estaría planteando en estos momentos (ni siquiera tiene una petición de libertad por parte de los abogados sobre la mesa), el magistrado tanteó en el pasado la posibilida­d de excarcelar­le y controlar sus movimiento­s con una pulsera telemática. Fuentes de la investigac­ión han informado a ABC de que De Egea llegó a planteárse­lo incluso al ex secretario general de Institucio­nes Penitencia­s Ángel Yuste, quien dejó su cargo en junio con el cambio de gobierno. Esta posibilida­d sería una aplicación novedosa, pues la pulsera telemática no suele imponerse a presos preventivo­s, sino que se emplea para supervisar a los reos que cumplen en libertad la fase final de sus condenas.

Inmenso material «Este caso no es una bomba de relojería, son miles», señalan fuentes de la investigac­ión consultada­s

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EFE

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