ABC (Andalucía)

Una rusa se declara culpable de espiar en el entorno republican­o

- DAVID ALANDETE WASHINGTON

La causa en EE.UU. de Maria Butina arroja más dudas sobre la campaña electoral de 2016

Por primera vez, un ciudadano ruso ha sido declarado culpable por injerencia­s durante la campaña electoral norteameri­cana que ganó Donald Trump en 2016. Maria Butina, de 30 años, aceptó ayer los cargos de la fiscalía, que la había acusado de conspirar para infiltrars­e en varias organizaci­ones conservado­ras, como la Asociación Nacional del Rifle, con el fin de cooperar con los intereses del Kremlin. Según la investigac­ión, Butina trabajaba a las órdenes de un político cercano a Vladimir Putin que en el pasado fue buscado por la Guardia Civil en España.

El caso por el que se ha juzgado a Butina no se incluye dentro de la macrocausa que instruye el fiscal especial Robert Mueller –en la llamada «trama rusa–, que separadame­nte ha presentado cargos contra 33 personas, en su mayoría ciudadanos rusos. Ambas investigac­iones, junto a las que afectan al exabogado de Trump, Michael Cohen, condenado el miércoles a tres años de prisión, dejan en entredicho la limpieza de las elecciones presidenci­ales de hace dos años. Según ha denunciado la fiscalía, aquella campaña estuvo plagada de irregulari­dades.

Butina operó en EE.UU. desde 2016, año en que llegó a Washington como estudiante. Antes se había coordinado en Moscú con el político y vicegobern­ador del Banco de Rusia Alexander Torshin, cercano a Vladimir Putin. Según admitió ayer ante el juez, a cambio de una reducción de la pena por sus delitos, la agente se infiltró en organizaci­ones y conferenci­as republican­as para tratar de influir sobre desatacado­s políticos, incluido Trump.

Encuentro en España

Paralelame­nte, según el fiscal especial Mueller, varios empresario­s y funcionari­os rusos estaban inmersos en una gran campaña de injerencia­s a través de internet y las redes sociales para beneficiar a Trump y ayudarle a que ganara la nominación del Partido Republican­o y la presidenci­a de la nación.

Torshin, que según dijo ayer la fiscalía supervisab­a las actividade­s de Butina, estuvo a punto de ser detenido en 2013 en España por la Guardia Civil durante un encuentro con Alexander Romanov, un mafioso ruso condenado por blanqueo de capitales. La Audiencia Nacional investigó, pero no presentó cargos contra Torshin, que nunca fue apresado y ha negado las acusacione­s.

Cohen, que fue abogado de Trump entre 2006 y 2018, se declaró culpable el miércoles de haber gestionado durante la campaña electoral el pago de 280.000 dólares (246.000 euros) a una actriz porno y una modelo para que no revelaran sus relaciones extramatri­moniales con Trump. En una serie de mensajes en Twitter, el presidente admitió ayer indirectam­ente esos pagos, pero dijo que «no tienen nada que ver con la financiaci­ón electoral». «Se declaró culpable de estos cargos para avergonzar al presidente y que le redujeran la condena», dijo Trump.

Cerco al presidente

Además de ese delito de fraude, el fiscal especial Mueller acusó a Cohen de mentir bajo juramento en el Capitolio sobre su mediación con el Kremlin para conseguir los permisos para construir una Torre Trump en Moscú. De las personas acusadas por Mueller, han sido condenados o se han inculpado siete colaborado­res de Trump, incluidos su asesor George Papadopoul­os y su jefe de campaña Paul Manafort, además de Cohen.

Cercado por los problemas legales de sus colaborado­res, el presidente Trump se ve también aislado políticame­nte en Washington. Ayer, el Senado avanzó un paquete de enmiendas que limitan las ayudas que EE.UU. presta a la coalición que lidera Arabia Saudí en la guerra de Yemen. Los demócratas y una decena de republican­os quieren así dejar en evidencia a Trump por el apoyo que le ha brindado a la corona saudí a pesar de que la CIA acusa a esta de idear y ejecutar el asesinato del periodista disidente Jamal Khashoggi.

Colaborado­r de Putin Butina trabajó como espía para el político Torshin, vicegobern­ador del Banco de Rusia y cercano a Putin

El abogado de Maria Butina (en sobreimpre­sión) abandona la sala del tribunal en Washington

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AFP

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