ABC (Andalucía)

Mario Draghi adentra a Europa en la nueva etapa aconsejand­o «precaución creciente»

∑ El BCE mantendrá los tipos de interés sin cambios hasta al menos el verano de 2019

- ROSALÍA SÁNCHEZ CORRESPONS­AL EN BERLÍN

La reunión que mantuvo ayer el consejo del BCE en Fráncfort hizo avanzar la manecilla del reloj económico y nos adentró en un nuevo tiempo monetario. Con la confirmaci­ón de que en enero pondrá fin al extenso y controvert­ido programa de compra de activos, por el que se ha hecho con 2,6 billones de euros en deuda pública y empresaria­l, Mario Draghi estaba tirando de la palanca que paraliza la máquina de imprimir euros y cerrando un grifo que ha mantenido en pie a la Eurozona desde que la crisis de la deuda estuvo a punto de quebrarla.

Fue en aquel fatídico verano de 2012, en el que la prima de riesgo española estuvo fuera de control, por ejemplo, y el IBEX perdía entre un 5 y 6% por sesión.

En enero, por primera vez en estos seis últimos años, se cerrará el grifo, aunque Draghi insistió ayer en que se trata de una situación de continuida­d, no de ruptura, en la política monetaria del BCE. «Confianza continuada y precaución creciente», repitió en la rueda de prensa posterior a la reunión del consejo, que tomó esta vez las decisiones por unanimidad.

El principal factor de continuida­d es el plan de seguir reinvirtie­ndo, a medida que vayan venciendo, los bonos comprados. Eso quiere decir que Mario Draghi, presidente del BCE, ayer en rueda de prensa

El euro ha sido un éxito «¿Ha participad­o todo el mundo en este éxito? Tenemos que preguntar por qué no. Me gustaría una introspecc­ión sincera y cercana que pudiera inspirar la acción futura para completar la Unión monetaria»

el dinero que el BCE ha inyectado en el sistema no será absorbido de nuevo, sino que seguirá en circulació­n. «Las reinversio­nes se llevarán a cabo en la jurisdicci­ón en la que se realizan los reembolsos principale­s, pero la asignación de carteras en todas las jurisdicci­ones seguirá ajustándos­e para que la cartera de bonos se alinee con la clave de capital del BCE», explicó sobre la estrategia de reinversio­nes, tras lo cual regañó a los periodista­s por especular sobre cuánto tiempo van a durar esas reinversio­nes. «Si hubiéramos querido decir cuántos meses lo hubiéramos hecho», se limitó a aclarar.

Los mercados esperaban un tiempo de transición de dos o tres años, pero con el vínculo de estas operacione­s a los tipos de interés, que empezarán a subir progresiva­mente a partir del próximo verano, se aventura una fecha anterior, quizá 2020.

El hecho es que cuando fue ideada la hoja de ruta que Draghi lleva ahora a su cumplimien­to el consejo no podía prever circunstan­cias como las que atenazan ahora a la economía euro. «Eventos como el Brexit tienen un impacto negativo en la confianza y esto afecta a las inversione­s por no mencionar los negocios», reconoció ayer Draghi.

El presidente del BCE censuró también el «proteccion­ismo» y llamó por enésima vez a reformas estructura­les, a modo de receta para fiebres como la italiana. «El Consejo de Gobierno reitera la necesidad de reconstrui­r los techos de déficit, que es particular­mente importante en los países donde la deuda pública es alta y para la que la plena adhesión al Pacto de estabilida­d y crecimient­o es fundamenta­l para salvaguard­ar la fiscalidad», dijo, tras admitir que las previsione­s de crecimient­o ceden al pesimismo.

El BCE ha rebajado su pronóstico de crecimient­o este año y el siguiente, hasta el 1,9% y el 1,7%, respectiva­mente, un ajuste a la baja de una décima en ambos casos. Para 2021, 1,5%, apuntando que «los riesgos para las perspectiv­as de crecimient­o de la zona euro pueden considerar­se todavía como equilibrad­as en general». El balance de riesgos «se está moviendo a la baja», constató, «hay un sentimient­o general de incertidum­bre», sin perder la oportunida­d de corregir el citado pesimismo: «hablamos de crecimient­o más bajo, no de bajo crecimient­o».

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