ATAJOS CONTRA LEYES ORGÁNICAS

NO hay prueba más evidente de la debilidad del Gobierno que la manera con la que trata de sobreponerse a su menesterosidad de escaños en las Cortes. Con 84 diputados y sin que los españoles hayan elegido a quien preside su Ejecutivo (caso insólito en nuestra democracia), dos parecen ser los ejes principales de Sánchez, el abuso del procedimiento del real decreto, que tanto criticaba el PSOE cuando lo hacía el PP, y la voladura del diálogo político en la búsqueda del acuerdo, del que en este caso tanto alardeaban los socialistas. En apenas veinticuatro horas hemos asistido a los dos últimos ejemplos: por un lado, el intento de desbaratar la reforma laboral de tapadillo, excluyendo de la negociación a la patronal y por lo tanto hiriendo de muerte el diálogo social; y por otro, la aprobación de un proyecto de reforma del sistema educativo solo acordado con Podemos, para lo que no le ha importado dinamitar el pacto educativo del Congreso ni ningunear a los sectores afectados. Se trata, por tanto, de un trágala inadmisible sobre todo porque el nuevo texto es algo más que polémico pues, por ejemplo, oculta un ataque a la enseñanza concertada (pilar insustituible del sistema actual), porque contiene cesiones a los nacionalistas para que puedan liquidar definitivamente la enseñanza en castellano, o por la intolerable pretensión de colocar una especie de «comisarios políticos» en la escuela concertada.

Estos atajos son el síntoma de la anemia de escaños en las Cortes de un presidente al que no han votado los españoles y que ha de valerse de maniobras forzadas para cumplir su objetivo final: permanecer como sea en La Moncloa. Como se le escapó a su portavoz, Isabel Celaá, en fecha reciente, «la obligación del Gobierno es mantenerse». Los españoles y las formas democráticas son para Sánchez lo de menos.