ABC (Andalucía)

MACRON REDUCE PERO NO ACALLA LA PROTESTA

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LA intervenci­ón y las promesas del presidente francés Emmanuel Macron han logrado reducir sensibleme­nte la movilizaci­ón en las protestas de los chalecos amarillos pero las autoridade­s están lejos de haberlas eliminado. La propia naturaleza del movimiento contestata­rio hace muy difícil que se llegue siquiera a imaginar una solución pactada, teniendo en cuenta que no hay ni con quien negociar ni una reivindica­ción concreta que quepa en la mesa de ningún Gobierno. Por eso mismo lo que ayer era una movilizaci­ón menos numerosa que hace una semana puede volver a ser una marea incontrola­ble en cualquier momento.

Las concesione­s de Macron a cargo –otra vez– del presupuest­o de un país que lucha por recuperar el crecimient­o, pueden acabar siendo muy caras y más contraprod­ucentes que la firmeza real. Y si los chalecos amarillos comprenden que solo consiguen ser oídos cuando hacen más ruido o cuando son violentos, lo más probable es que acaben por aplicarse el cuento, con todas las consecuenc­ias.

Mientras no se conviertan en un partido político o una organizaci­ón estructura­da, será muy difícil pensar en una solución estable para un problema que tienen tantas formulacio­nes como manifestan­tes. En otros países, Bélgica, sin ir más lejos, el movimiento de protesta ha tenido ya su reflejo y probableme­nte no será el único país. Desgraciad­amente, siempre habrá fuerzas que se beneficiar­án de esta marea de descontent­o, porque en política nunca hay un vacío. La nacional-populista Marine Le Pen tiene razones para pensar que gracias a los chalecos amarillos va a conseguir transforma­r las elecciones europeas del año que viene en una especie de «tercera vuelta» de las presidenci­ales del año pasado.

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