¡Era la educación!
El independentismo vasco en Navarra va a culminar su primera legislatura y no tiene las contemplaciones que otros sí demostraron con ellos, pensando en que serían igual de tolerantes. El constitucionalismo en Navarra está pagando su desidia. ¡Era la educación! y ahora asoma con el nacional populismo progresista vasco que se ha puesto manos a la obra en la remodelación de la sociedad navarra. Dicen ser contrarios a los uniformes en los colegios, cuando en realidad quieren vestirlos a todos con las mismas ideas. El proyecto de ingeniería incluye la educación afectivo-sexual de los alumnos que decida por decreto la consejería de Educación de la señora Barkos. Se trata de crear un sistema único de educación que invada todo, empezando por la familia. El llamado «Skolae» es un plan que anula los idearios, creencias y valores que no le gusten a la presidenta de la Comunidad Foral de Navarra. Se elimina la autonomía de los centros y la libertad de cátedra porque en realidad de lo que se trata es de perpetuarse en el poder recreando votantes a su imagen y semejanza. El nacionalismo es sectario por naturaleza. Y como se está viendo en Navarra, Cataluña o en Baleares utilizan el sistema educativo como herramienta para la construcción social y nacional. El derecho de los padres a la educación de los hijos incluye la elección del centro de enseñanza, por lo tanto el derecho a la libertad. Por eso, la educación sexual de los hijos es una decisión que no puede tomar un gobernante al margen de los padres. Lo contrario es eliminar a la familia como núcleo central de la sociedad. El supremacismo nacionalista, en este caso el vasco en Navarra, se ha hecho fuerte en lo políticamente correcto durante décadas gracias al complejo de un centro derecha dedicado a quedar bien pensando en que así le perdonaban la existencia. La competencia que tiene que recuperar el Estado es garantizar el pluralismo y la igualdad en la educación partida en 17. Que un tipo ejemplar y admirable por su hoja de servicios, como el general Coll, haya decidido entrar en política, abandonando la merecida jubilación, –candidato por Vox a la alcaldía de Palma– porque sus nietas no conocen el español en Baleares, demuestra que las luces de la descentralización nos han cegado durante décadas. Tenemos varios sistemas educativos en España. Unos construyen naciones, otros uniforman sociedades y los hay que perpetran las dos cosas a la vez. Pero en ninguno se ha explicado la Constitución del 78 que nos hace libre e iguales sin distinción de consejería de Educación.
Miles de personas, entre 5.000, según los convocantes, y 1.500 según la delegación del Gobierno, se concentraron ayer en Pamplona contra las intenciones del Gobierno de Uxue Barkos de imponer el programa coeducativo Skolae, que pretende dirigir la educación afectivo sexual de todos los estudiantes navarros, tanto de los colegios públicos como de los concertados.
«Con absoluta libertad queremos elegir la educación que queremos para nuestros hijos y exigimos al Departamento de Educación que respete ese derecho amparado por la Constitución Española y por otras normas internacionales que garantizan los Derechos Humanos», explicó Lucía, una madre que se alzó en portavoz de la plataforma convocante.
El programa Skolae, tal y como desveló ABC el pasado mes de octubre, pretende educar a los estudiantes navarros en todas las franjas educativas, de forma que se replanteen desde su propia sexualidad hasta la forma de amar y relacionarse con sus compañeros y compañeras. Todo ello con la excusa de evitar el sexismo y la violencia de género.
Sin embargo, para los padres y madres que se concentraron ayer en Pamplona, «Skolae quiere matar la libertad de educación, quiere matar el amor verdadero, quiere borrar el género de los hijos, quiere acabar con las funciones y obligaciones que corresponden a la familia». Los padres denuncian que «en Navarra se lleva años educando en coeducación. La imposición de Skolae es ilegal y vulnera las leyes orgánicas de educación».