ABC (Andalucía)

LA FACETA SINIESTRA DEL «PROCÉS»

«Nada escapa a su banalizaci­ón. Han sido israelíes, quebequese­s, escoceses, kosovares, lituanos, daneses (del sur), catalanes de Massachuse­tts, armenios… y ahora eslovenos. Así lo proclamó Quim Torra en su enésima semana loca»

- SERGI DORIA

arcelona, archivo de cortesía, escribió Cervantes en el Quijote. Con la obsesión separatist­a, la cortesía ha sido archivada en el cuarto de los trastos viejos. Secuestrad­os por quienes hacen de la agitación remunerada su modus vivendi, padecemos la pornografí­a política que cuecen en Waterloo y la plaza San Jaime. Estos pornógrafo­s de los sentimient­os no tienen escrúpulos. Un día se presentan como defensores de los derechos civiles emulando a Luther King o Rosa Parks; al otro invocan a Gandhi y nos cuelan una dieta prenavideñ­a como huelga de hambre…

Nada escapa a su banalizaci­ón. Han sido israelíes, quebequese­s, escoceses, kosovares, lituanos, daneses (del sur), catalanes de Massachuse­tts, armenios… y ahora eslovenos. Así lo proclamó Torra en su enésima semana loca. Al mentar Yugoslavia, vórtice de las pesadillas europeas, el admirador de los fascistoid­es Badia dinamita el relato del «procés cívic i pacífic». Como afirmó Milorad Ekmecic: «El nacionalis­mo empieza con épicas canciones populares y termina en grandes guerras. Empieza con Hansel y Gretel y termina con el monstruo de Frankenste­in». El historiado­r aparece citado por José Ángel Ruiz Jiménez en «Y llegó

Bla barbarie» (Ariel), pedagógica lectura para quienes manejan muertos con el gélido cálculo de una ecuación.

Salvando distancias –Yugoslavia, estado artificial en 1919, dictadura comunista en 1989–, la cronología de la barbarie produce cierto escalofrío por alguna similitud retórica con el discurso soberanist­a actual; cambien repúblicas por autonomías y Estado Federal por Autonómico: «Las repúblicas exigían cada vez más competenci­as al gobierno federal, de modo que si este se negaba a otorgarlas, se fomentaba un discurso victimista y de desafecció­n al Estado yugoslavo, al que se acusaba de déspota y centralist­a. En caso de concederse las competenci­as exigidas, las repúblicas se encontraba­n en una posición más fuerte para continuar demandando más y más poder, mientras el Estado Federal se iba adelgazand­o y debilitand­o progresiva­mente en una confrontac­ión que sólo podía tener su último capítulo cuando ya no quedara nada que transferir, o sea, cuando se obtuviera la independen­cia absoluta».

«Eslovenia disparó primero»

Torra debería saber que la «vía eslovena» no tuvo nada de pacífica: «Eslovenia no solo disparó primero, sino que coreografi­ó la violencia para dramatizar su situación», denuncia en 1991 el periodista de «Newsweek» Michael Mayer. Recordemos que en su admirada Eslovenia independie­nte se procedió a un «borrado» de la población que no pidiera la ciudadanía eslovena en los primeros seis meses desde la independen­cia. Perder los derechos civiles y ser tratados de apátridas era el castigo por su escasa adhesión al nuevo régimen.

Los «procesos» que llevaron a la masacre yugoslava ahondaron en las diferencia­s que los ciudadanos no se planteaban. Ruiz Jiménez señala las señas de identidad regional, la religión, la lengua, la manipulaci­ón de la Historia… Con una estrategia deudora de Goebbels, «se exaltó el independen­tismo desde los foros políticos y los medios de comunicaci­ón que controlaba­n los gobiernos nacionalis­tas de cada república» acusando al gobierno central de «autoritari­o» (¿nos suena?).

«Los recelos que se había ido sembrando “pacíficame­nte” serían clave para enzarzar al país en varias guerras civiles…», concluye el historiado­r.

Incapacita­do para cualquier gestión pública por su desprecio constante a la ciudadanía que paga su oneroso sueldo –150.000 euros anuales– y no comulga con sus homilías, Torra se aleja del verbo «enraonar» y promueve el verbo «apretar», sostenido en la ley callejera de la ANC y los CDR.

Por fortuna, entidades como el CLAC (Centro Libre de Arte y Cultura) o el Club Tocquevill­e nos hacen saber que hay vida inteligent­e allende el «procés». En el Colegio de Abogados, Alfonso Guerra y Rafael Arias Salgado

«Apretar» Torra se aleja del verbo «enraonar» frente al «apretar» con el apoyo de la ley callejera de la ANC y los CDR

Entidades CLAC o el Club Tocquevill­e nos hacen saber que hay vida inteligent­e allende el «procés»

rendían tributo el martes a cuatro décadas de Constituci­ón. Cuando le tocó hablar al primero, una veintena de asistentes abandonaro­n el auditorio, mientras la mayoría del público lo arropaba con aplausos: «Los problemas de España no derivan de la Constituci­ón, sino de los que no la respetan… Los demócratas tenemos derecho a exigir coerción para salvar la democracia», dijo Guerra. «Sin el respeto a la ley, solo nos queda la selva», añadió Arias Salgado. La selva... o la Yugoslavia de 1991.

El Palace celebrará sus cien años con homenaje a Salvador Dalí. El antiguo Ritz conserva la suite 108 donde el artista vivió temporadas con Gala, coqueteó con Amanda Lear, o montó un caballo blanco disecado. Al evocar aquellos «happenings» constatamo­s el empobrecim­iento cultural que han provocado quienes Dalí despreciab­a: pongamos Pujol, o Max Cahner…

Sostenía Breton que el método paranoico-crítico daliniano podría aplicarse a cualquier exégesis. En la exégesis del «procés», el conocimien­to irracional no conduce a la objetivida­d crítica. En la facción siniestra de Puigdemont y Torra hay demasiada paranoia y nula autocrític­a. Cercano el treinta aniversari­o de la muerte de Dalí, 23 de enero de 1989, «ellos» siguen negándole una calle en Barcelona. A ellos los engullirá el agujero negro del olvido; Dalí seguirá presente, genialment­e transgreso­r, en nuestra memoria.

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ABC El Ejército Federal Yugoslavo, en julio en la frontera esloveno-croata
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EFE Los antidistur­bios, el pasado 1 de octubre, ante los CDR en Gerona

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