La dificultad del terreno se convierte en el principal enemigo para el pequeño Julen
∑ El rescate puede demorarse aún más ante un nuevo cambio en la estrategia
El rescate del pequeño Julen, el niño de dos años atrapado en el pozo de Totalán, es una sucesión de continuos problemas de ingeniería que hay que resolver. Cada metro que se avanza para saber dónde está el pequeño supone un desafío. El principal enemigo es el terreno que lo tiene apresado a más de 70 metros de profundidad. La inestabilidad del suelo sobre el que se está trabajando en la ladera del Cerro de la Corona en uno de los problemas hallados. Las piedras que los geólogos veían como una posibilidad para el milagro, los técnicos están constatando que son su mayor contrincante. Tanto que las previsiones para averiguar dónde está Julen se vuelven a alargar dos o tres días más.
No lo sacarán antes del sábado, mientras los geólogos dan esperanza. «El manto que cubre hasta la costa son rocas volcánica y pizarra. Es una roca compacta, pero que se puede partir al mismo tiempo de una forma fácil», remarcó José Antonio Berrocal, presidente de la Federación Andaluza de Espeleología, que asegura que gracias al fenómeno de baro respiración, que se produciría por las corrientes de aire que circulan a través de los huecos de las piedras, el niño podría aguantar hasta diez días en el pozo, si está en un estado de semiinconsciencia. «Si se ponen los medios para que pueda hacerse en cuestión de horas, tengo esperanza», afirmó Berrocal a ABC. Sin embargo, la composición de terreno más que una salvación es una pesada losa.
Terreno escarpado
Ya en los primeros compases de búsqueda, lo escarpado del terreno supuso un problema para los equipos técnicos. El primer camión que llegó para succionar el tapón bajo el que está el pequeño no podía subir la cuesta que lleva hasta la finca. De este modo, los trabajos al principio se centraron en acondicionar accesos para todos los medios técnicos que tenían que acceder. Así, se habilitó un carril preparado para soportar maquinaria de más de 4.000 kilos de peso desde el punto donde está el pozo en el que está Julen hasta la carretera más cercana, que conecta Totalán con el municipio cercano de Olías.
Mientras tanto, se trataba de succionar un primer tapón a 70 metros de profundidad. Se avanzaban pocos centímetros con esta medida y la aparición de una segunda capa compacta, compuesta de arena y piedras, hizo inviable la opción. Las primeras hipótesis sobre la aparición de estos tapones fueron que el niño había provocado un desprendimiento al caer con los brazos levantados por el agujero. La opción de succión acabó desechada y se comenzaron los túneles, que se han topado con la litología de la zona.
La composición del suelo con piedra de pizarra, que es muy dura, hace que las excavaciones tengan mucha dificultad, según Ángel García Vidal, representante del Colegio de Ingenieros de Caminos y Minas de Málaga, que coordina la parte técnica del rescate. Pese a que se había trazado una galería horizontal que llevara hasta justo por debajo del tapón, a la hora de horadar el monte se han producido algunos corrimientos de tierra y se han encontrado zonas compactas de piedra que impiden el paso. Ante esto, se ha descartado este túnel y se va trazar otro desde otro punto de la montaña. A la vez que se producía este revés, se terminaba el revestimiento del sondeo donde cayó Julen.
Mientras esto se produce, la esperanza de los equipos de rescate está puesta en hacer dos pozos paralelos al sondeo por donde se cayó Julen el
Un desafío constante Los técnicos han optado ahora por realizar dos perforaciones paralelas al pozo donde cayó el niño ante la dificultad que entraña el túnel horizontal
Hay lugar a la esperanza Los geólogos dan aún esperanza. Dependiendo del aire que haya abajo, una persona podría aguantar hasta diez días con vida