ABC (Andalucía)

«EL MÁS GRANDE QUE HAIGA»

El posible regreso de Neymar forma parte de la crisis institucio­nal y deportiva del Barça, y no de su solución

- SALVADOR SOSTRES

El Barcelona vuelve con Neymar a la horterada del «póngame el más grande que haiga»: esperemos que esta vez no sea delinquien­do, como la primera vez que le fichamos, y que Sandro Rosell y Josep Maria Bartomeu aceptaron cargar al Barça con la culpa económica y moral de sus malas artes.

Entonces, un Sandro Rosell engreído, que aún se creía más listo que los demás y profundame­nte envidioso del presidente anterior, Jan Laporta, quiso

fichar a Neymar –y a aquel museo de la obviedad llamado Tata Martino– para fundar un proyecto que rompiera radicalmen­te con la tradición de Guardiola/Cruyff y vender a Messi la temporada siguiente. Y, al contrario de lo que dice la canción, todo aquello fue un error. El pobre Tata, Neymar como pieza angular del proyecto, y, por supuesto, acabar con el estilo de fútbol de la casa, que distingue al Barça de los demás clubes del mundo, incluso en sus fracasos, como los de las dos últimas temporadas.

El pretendido regreso del brasileño es hoy indicativo de algo peor. Una directiva sin liderazgo ni proyecto, y un entrenador sin carácter ni personalid­ad, que languidece en los momentos decisivos, se han lanzado a por el crack como el nuevo rico que entra en la tienda y pide lo más caro porque realmente no sabe qué pedir y sólo busca impresiona­r a la nueva novia que se ha echado. Volvemos al nuñismo más casposo, mezclado con las lecciones de superiorid­ad moral que encima quiere darnos esta directiva inculta, incapaz, que no sabe de fútbol y que conoció el lujo haciendo encuestas.

No hay presidente­s perfectos, ni jugadores perfectos, ni entrenador­es perfectos: ni siquiera Cruyff, que está en el Cielo, muy probableme­nte explicándo­le

Neymar a Dios cómo tiene que hacerlo. Pero lo de Bartomeu encarna una insignific­ancia humillante para el Barça, Valverde no dispone de la fuerza física y moral que se necesita para entrenar a un equipo como éste, y sobre Neymar, que es un grandísimo jugador, no se puede fundar ni basar ningún proyecto consistent­e porque ni está centrado, ni lo va a estar nunca, ni se toma suficiente­mente en serio su carrera –como sí hacen Cristiano y Messi– para que un club como el Barcelona pueda fiarle su suerte. El regreso de Ney forma parte de la crisis institucio­nal y deportiva del Barça, y no de su solución. Meterá goles y dará alguna tarde memorable, pero creará más problemas –miren lo que ha hecho en el PSG– de los que acabará solucionan­do.

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