El fotógrafo de La Moncloa
∑ Se inició con Carlos Arias Navarro y se jubiló con Rajoy
No pocos madrileños guardan en los álbumes de acontecimientos familiares la firma Povedano estampada en una esquina de las fotografías de boda, aniversario, primera comunión o bautizo. Pero Miguel Povedano, «Pove», además de un prestigioso fotógrafo de acontecimientos sociales, fue durante cuarenta años fotógrafo oficial de la Presidencia del Gobierno en una trayectoria profesional ininterrumpida que se inicia con Carlos Arias Navarro y llega hasta Mariano Rajoy, en cuyo mandato Povedano se jubiló. Siete presidentes de Gobierno (Suárez, Calvo-Sotelo, González, Aznar, Rodríguez Zapatero, además de los ya mencionados) a los que Miguel Povedano acompañó y retrató en casi todos los momentos imaginables de su actividad política y en otros muchos de intimidad familiar. Miguel vivió buena parte de los episodios políticos más relevantes de la historia de España de las últimas décadas desde su posición de testigo privilegiado, pero con una férrea discreción. Povedano contempló esa historia a través de su «Hasselblad» inseparable, que nunca dejó de usar porque, según él, estaba por encima de cualquier avance tecnológico. Era considerado como depositario de la memoria de muchos años en La Moncloa.
Tenía un gran sentido del humor,
que resultaba más notable porque no parecía encajar con su apariencia seria y reservada. Madridista sin discusión, era un excelente jugador de mus, como comprobaban los que, entre la delegación oficial o el grupo de periodistas, se sentaban a jugar con él –o peor, contra él– en alguna de las muchas horas de avión que hacíamos en los viajes oficiales del presidente. Como
nació el 15 de mayo de 1941 en Madrid, donde falleció el 13 de mayo de 2019. Fue el fotógrafo oficial de la Presidencia del Gobierno durante cuarenta años, trabajo que ha seguido su hija Verónica como fotógrafa oficial del Congreso de los Diputados buen fotógrafo, era observador y de vez en cuando –porque no se prodigaba en estas exteriorizaciones– nos sorprendía con un comentario que reparaba en un detalle significativo de la gestualidad de la personalidad que había retratado, pero que a los demás nos había pasado desapercibido.
Povedano nunca alardeó de su veteranía ni de su posición, que le permitía fotografiar actos a los que no tenían acceso los medios de comunicación. Bien al contrario, fue un gran profesional apreciado por sus compañeros y por todos los que sabíamos de su dedicación, de la calidad de su trabajo y de su «saber estar», propio de un profesional experimentado que utilizaba con prudencia impecable el acceso privilegiado a personalidades españolas y extranjeras que le daba su condición de fotógrafo oficial. Y sin embargo, alguien que lo conocía bien recordaba que en su trabajo era un fotógrafo audaz cuando la situación lo requería –y le vi moverse en unas cuántas–, al que no importaba dónde lo colocaba el protocolo, porque siempre aparecía donde tenía que estar y sabía por intuición y experiencia cuándo había que empezar a disparar.
En el funeral, oficiado el pasado día 30 de mayo, acompañaron a su viuda, Amalia Molina Salazar, y a sus hijos Pilar Ibáñez Martín, viuda del presidente Calvo Sotelo, y José María Aznar, de cuyos años en Moncloa proceden estos recuerdos. FUE SECRETARIO GENERAL DE LA PRESIDENCIA DEL GOBIERNO