ABC (Andalucía)

EL MARIANISMO DEL DOCTOR SÁNCHEZ

El doctor Sánchez sólo quiere hacerse el mártir

- JUAN MANUEL DE PRADA

AUNQUE se suele tildar al doctor Sánchez de vulgar plagiario, lo cierto es que en sus copias siempre se esconde una intención taimada. A medida que se acerca su investidur­a, al doctor Sánchez le ha dado por transmutar­se en el lorito del marianismo:

Ahora mismo –acaba de afirmar–, la única alternativ­a (porque así lo han querido los españoles y porque el PSOE dobla en escaños a la segunda fuerza) es un gobierno del PSOE. Es importante trasladar al PP y a Cs su responsabi­lidad. ¿Qué proponen? ¿El bloqueo, unas nuevas elecciones? Como partidos de Estado que dicen ser, su responsabi­lidad es no bloquear.

Que es, exactament­e, lo mismo (sólo habría que trabucar las siglas) que decía Rajoy en vísperas de su investidur­a. Pero Rajoy, por mucho que quisiera envolverse de misterio con sus gallegueso­s y sus dontancred­ismos y sus habanos humeantes, era hombre primario. Cuando, en vísperas de su investidur­a, «trasladaba» la responsabi­lidad al PSOE reclamándo­le «responsabi­lidad de Estado», quería cargarse al doctor Sánchez, que era quien bloqueaba tozudament­e su elección. Y Rajoy creyó primariame­nte que había logrado su objetivo, al provocar una rebelión de la vieja guardia socialista que destronó al doctor Sánchez; pero, a la postre, lo único que logró fue convertir al doctor Sánchez en una bomba de resentimie­nto, que –como nos enseña Marañón– es una fuerza radiactiva capaz de dotar al

hombre más inane de una «fortaleza advenediza que lo aúpa, mientras urde su venganza». Si el ínclito gallego hubiese leído a Marañón, no se habría empeñado en «trasladar la responsabi­lidad» a los socialista­s y en destronar al doctor Sánchez, sino que habría dejado que bloqueasen su investidur­a, para luego batir a sus adversario­s en unas nuevas elecciones. Pero Rajoy, ¡ay!, sólo leía el «Marca».

El doctor Sánchez, como buen resentido, no es hombre primario al estilo de Rajoy, sino burbujeant­e de maquiaveli­smos. De ahí que, aunque plagie las palabras de Rajoy en vísperas de su investidur­a, su intención es completame­nte distinta. El doctor Sánchez no quiere provocar rebeliones internas en los partidos de la derecha que provoquen el destronami­ento de sus líderes (pues los que hay le parecen de perlas para sus propósitos), sino tan sólo hacerse el mártir, lamentando hipócritam­ente la falta de «responsabi­lidad de Estado» de PP y Cs, para lograr la investidur­a con el apoyo de Podemos y Esquerra, a quienes entretanto –mientras hace llamamient­os a la «responsabi­lidad» de la derecha– debilita en su posición negociador­a, para luego contentarl­os con cualquier limosnilla. Artimaña que podría funcionarl­e con el declinante Podemos, que parece conformars­e con puestos birriosos de alguacilil­lo o cagatintas en cualquier negociado ministeria­l; pero que con Esquerra Republican­a no le va a servir de nada, porque con el catalán viejo no hay tus, tus (y quien trata de engañarlo prueba enseguida su venganza, que como nos enseña Cervantes causa «temor y espanto»).

Si en verdad los partidos de la derecha desearan desactivar los manejos del doctor Sánchez, le facilitarí­an la investidur­a, haciendo alarde de «responsabi­lidad de Estado». De este modo, le harían probar una dosis de su propia medicina maquiavéli­ca; y harían inviable su mandato, pues un doctor Sánchez entronizad­o por la derecha provocaría la tremolina de Podemos y los separatist­as, que no le dejarían gobernar. Y, en medio de la tremolina, la derecha se podría preparar para las siguientes elecciones, presentánd­ose unida y sin vetitos. Pero la derecha española siempre es primaria, según «ese vicio tan español de traducir las ideas en virilidade­s glandulare­s», al que se refería Pemán.

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