ABC (Andalucía)

Puerta grande de Ginés Marín por dos estocadas

∑ López Simón hace la faena más completa al mejor toro del Parralejo y David de Miranda oye los tres avisos

- ROSARIO PÉREZ ALICANTE

FERIA DE HOGUERAS

Desangelad­o final para la primera corrida de Hogueras: el sexto toro del Parralejo regresó al corral. Empujó en varas este «Protestón», pero toda esa bravura se quedó en el caballo. David de Miranda brindó al público en busca del triunfo, pero el animal se rajó y salía desentendi­do de las series, por lo que aquello resultó muy deslavazad­o. La sorpresa madrileña de Trigueros se atascó con el acero, no vio clara la muerte de «Protestón» y se eternizó con el descabello. Se oyó un aviso. Y otro... A esas alturas, los nervios jugaban una mala pasada. Y la cuadrilla tampoco ayudaba demasiado... Hasta que sonó el tercer aviso: «¡Qué pena!», era la voz del tendido.

La desazón de David de Miranda traspasaba a las gradas. Lo que va de ayer a hoy en una tarde taurina es la vida misma: de la gloria absoluta como torero revelación de San Isidro al toro devuelto a chiqueros. El diestro onubense había entrado por la vía de la sustitució­n tras caer herido Román, al igual que Ginés Marín (en el puesto de Pablo Aguado) tras ciclo en Las Ventas.

San Juan era la feria de la transición: de Madrid a Alicante, de la exigencia a la amabilidad de su público. Antes de la merienda, fue precisamen­te De Miranda el autor de los muletazos más ilusionant­es en una actuación presidida por la quietud y la verticalid­ad: desde la saltillera­s a los estatuario­s. Tras unos derechazos algo rígidos, brotaron los naturales de la esperanza.

Ginés Marín había puntuado con un segundo en el que mostró su desparpajo. Después de un vibrante inicio, se aceleró el sangriento demasiado, pero las bernadinas y un espadazo desataron la pañolada. Gustó con el capote en el quinto y, aunque se amontonó por momentos, arrancó otra oreja por una estocada. ¡Qué importante es una buena rúbrica!

Del cartel primitivo solo quedaba López Simón, que plasmó la faena más completa. Sereno con el buen cuarto, trazó tandas reunidas y persiguió el temple. Descalzo otra vez –al igual que en su otra labor, con altibajos–, como si el contacto con la tierra le hiciera crecerse. Las arlesianas entusiasma­ron al personal: oreja y ovación para «Cubanito».

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EFE Ginés Marín sale a hombros del coso alicantino

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