ABC (Andalucía)

LA BARCELONA INSEGURA DE ADA COLAU

-

LA insegurida­d en Barcelona no sólo es un problema que está condiciona­ndo la vida en la ciudad, sino también el concreto resultado de unas determinad­as políticas de gestión pública de los intereses ciudadanos. Cuando una gran capital elige como alcaldesa a una populista de extrema izquierda, la seguridad ciudadana se resiente de sus prejuicios ideológico­s. La Policía es vista como una manifestac­ión de autoritari­smo conservado­r y los infractore­s de la ley reciben el trato de víctimas de una sociedad capitalist­a. El optimismo «naif» de estos populistas no es más que una máscara para dar rienda suelta a su agenda intervenci­onista y sectaria. El turista es un intruso y los hoteles dañan la ciudad, mientras los manteros y los carterista­s –y ahora los menores extranjero­s no acompañado­s– expresan las injusticia­s del sistema.

El resultado es que a Barcelona se le conoce más ahora por sus niveles de delincuenc­ia que por sus innumerabl­es atractivos de todo tipo. La que debería ser una ciudad emblemátic­a del desarrollo social y cultura de la España del siglo XXI, circula en incontable­s vídeos por las redes sociales como escenario de hurtos en el metro, peleas en las calles y agentes de policía inermes

ante manteros que, entre amenazas e insultos, recuperan sus mercancías ilegales para luego volver tranquilam­ente por sus pasos. Esto no es fruto de coincidenc­ias inevitable­s, sino el balance del gobierno de una gran ciudad dominada por una ideología incompatib­le con la modernidad y el progreso. Cuando se deslegitim­an las institucio­nes, se ataca la propiedad privada, se cuestiona el valor de la legalidad, se desampara a la Policía y se defiende al infractor, gana el delincuent­e y pierde el ciudadano. Es una ecuación que no admite excepcione­s.

Las comparacio­nes pueden ser odiosas, pero a veces son imprescind­ibles. El nuevo equipo municipal de Madrid, con su alcalde Martínez-Almeida a la cabeza, ha revertido en las primeras semanas de mandato algunas de las peores decisiones de Manuela Carmena y ya se persigue el comercio ilegal en las calles y se han desplegado unidades de Policía Municipal en los barrios más necesitado­s de seguridad. Tan sencillo como esto.

Barcelona ha sido maltratada por los experiment­os «progres» de su alcaldesa, aunque ahora parezca que quiere corregir la situación, forzada por su pacto con el socialismo catalán. Sin embargo, es mucho el terreno perdido para el civismo y la legalidad. La solución no es que los ciudadanos se organicen en patrullas para denunciar los hurtos en el metro –generaliza­dos y descarados–, sino que los recurso del Estado de Derecho se apliquen para garantizar la seguridad de las calles y la justicia a los delincuent­es. Todo lo demás es ese «paraíso» tan prometido por los comunistas y tan inviable en sociedades libres y modernas.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain