ABC (Andalucía)

LA MAYOR INDIGNIDAD DE NUESTRA DEMOCRACIA

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EN España, lamentable­mente, los homenajes a los terrorista­s que quedan en libertad tras años merecidos de condena salen gratis. En los últimos tres años, y tras haber abierto más de una veintena de procedimie­ntos por enaltecimi­ento del terrorismo y humillació­n a las víctimas de ETA, la Audiencia Nacional solo ha podido condenar en un caso. Los demás, o salen impunes o se eternizan hasta que la reparación de las víctimas pierde todo su sentido. Lo peor no es solo que Bildu, y su terrorista factótum, Arnaldo Otegui, hagan ostentació­n pública de su desprecio por las víctimas. Lo peor es que el PNV, fiel a su instinto y su ambigüedad, y el PSOE, como se ha demostrado en Navarra, lo consideran un asunto menor. El blanqueami­ento de ETA es la mayor miseria moral que tiene que soportar nuestra democracia. La doctrina jurídica europea en virtud de la cual debe demostrars­e que un homenaje es en sí

mismo un acto preparator­io o justificat­ivo de un atentado no tiene sentido ninguno. Para eso España aprobó una reforma penal que castigaba el enaltecimi­ento del terror. Pero es evidente que ha quedado en agua de borrajas y que la Audiencia Nacional lucha contra un sinsentido jurídico que expone a las víctimas a un sentimient­o vergonzant­e.

Es una perversida­d que la ley permita a un etarra salir triunfante de prisión, entre cánticos y bailes, mientras sus víctimas yacen en tumbas sin reparación alguna. Solo así se entiende el envalenton­amiento de Otegui cuando afirma que queda una larga lista de homenajead­os sin que el Estado pueda hacer nada por impedirlo. Es abusivo. Es cobarde. Y es generador de odio. Es una tragedia que nuestra democracia siga viviendo con una inmensa deuda pendiente con la dignidad de las víctimas.

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