Pekín enseña los dientes
La revolución de los paraguas se anotó ayer una sonora victoria en la batalla contra las autoridades de Hong Kong al conseguir paralizar totalmente la actividad del aeropuerto internacional. A partir de las cuatro de la tarde, la excolonia británica, uno de los emporios financieros del mundo, quedó incomunicada por vía aérea después de que miles de hongkoneses tomasen las instalaciones haciendo imposible el normal funcionamiento del aeródromo. El sabotaje fue la respuesta al modo y manera en que la Policía reprimió las manifestaciones del domingo (medio centenar de heridos, dos de ellos de gravedad), último episodio de la batalla que se libra desde hace meses en torno a la polémica ley de extradición, oficialmente dada por «muerta» por el Gobierno local pero cuyo presunto certificado de defunción no ha convencido a los manifestantes.
Entre tanto, y tras la escalada en la audacia de los opositores al proyecto, Pekín ha comenzado a enseñar los dientes y ayer ya calificó como «acto terrorista» el boicot del aeropuerto. No parece casual que la Policía Armada Popular (PAPF) china, cuerpo policial paramilitar experto en la «resolución de disturbios» y en la lucha antiterrorista, se haya apostado este fin de semana en Shenzhen, ciudad que hace frontera con Hong Kong.