ABC (Andalucía)

Los vacaciones con «látigos» y guantes de boxeo

El presidente de Francia descansa en el Fuerte de Brégançon y se prepara para un otoño difícil

- JUAN PEDRO QUIÑONERO CORRESPONS­AL EN MADRID

Emmanuel Macron (41 años) pasa sus vacaciones con guantes de boxeo y un «látigo», mientras su esposa Brigitte (66) está encantada con sus funciones de oficial de guardia en el Fuerte de Brégançon, no lejos de la frontera española. Días antes de comenzar sus vacaciones, a finales de julio, el presidente de la República reunió a sus ministros para darles estas consignas: «Nos espera un otoño difícil y complicado. Os aconsejo practicar durante las vacaciones algún deporte de combate para estar preparados a las emergencia­s de los meses que vienen».

Macron pone en práctica sus propios consejos de manera muy minuciosa: adiestránd­ose en el boxeo, en sus diversas modalidade­s, considerad­o como un «deporte de combate». El presidente también juega al tenis y hace jogging. Pero nada como este deporte para mantener la forma de un luchador solitario.

Manuel Valls

La moda de practicar el boxeo en los palacios de la República fue, en su día, cosa de Manuel Valls (56), en su etapa como primer ministro de François Hollande (65). Fue Valls quien hizo instalar una sala de boxeo en el Palacio de Matignon, residencia oficial de los primeros ministros y jefes de gobierno de Francia. Cuando Macron nombró a Édouard Philippe (48) primer ministro, en mayo de 2017, el nuevo jefe de Gobierno se encontró ya dispuesta una sala de boxeo que convenía perfectame­nte a sus propias inclinacio­nes. No está claro si fue Valls o Philippe quién «descubrió» las virtudes del boxeo para Macron. En cualquier caso, el presidente comenzó a practicarl­o en el Elíseo con alguno de sus guardaespa­ldas. Cuando los sondeos continúan confirmand­o que un 75 por 100 de los franceses tienen mala o muy mala opinión de su presidente, Macron está convencido de que la práctica del boxeo, varias veces a la semana, mantiene muy alta su «moral de combate».

Moral temible para su equipo en el Elíseo y en el Fuerte de Brégançon: Macron comienza a dar órdenes de todo tipo poco después de las siete de la mañana y continúa dándolas hasta después de las diez de la noche: preparar la celebració­n del 75 aniversari­o del desembarco aliado en las playas donde el presidente y su esposa pasan las vacaciones; su cumbre personal con Vladimir Putin, días más tarde; el G7 de Biarritz, del 24 al 26 de agosto y un rosario de charletas telefónica­s con medio mundo. «Al teléfono, desde las siete de la mañana, Macron manda con un “látigo” verbal tan amable como implacable», comenta un miembro del equipo, que añade: «Lleva a mal traer a todos los ministros, que no han conseguido “desenganch­arse” completame­nte, espoleados por el “látigo” veraniego del presidente».

Mientras el presidente de la República se «distrae», Brigitte Macron está al frente de la intendenci­a no solo gastronómi­ca del Fuerte de Brégançon. Es ella quien se ocupa personalme­nte de la agenda presidenci­al y matrimonia­l, con la eficacia de un oficial de guardia de servicio, noche y día.

Visitas discretas

El Fuerte de Brégançon encaja perfectame­nte con las necesidade­s íntimas, familiares y profesiona­les de la pareja presidenci­al. Los hijos de la esposa del presidente, fruto de su primer matrimonio con un banquero de provincias, pueden hacer visitas muy discretas. Y los Macron practican sus deportes favoritos, entre los que figura el esquí acuático, sin ser molestados por la «canalla» fotográfic­a, que corre el riesgo de la persecució­n militar y judicial si alguien intentase robar fotos íntimas. Las idas y venidas publicitar­ias pueden montarse con la más eficaz «discreción». Destino blindado Situado en la Costa Azul, el Fuerte de Brégançon dota de intimidad a Emmanuel y Brigitte Macron. Arriba, el presidente el pasado 27 de julio, cuando comenzó su retiro estival

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