ABC (Andalucía)

ARGENTINA Y LOS ARGENTINOS

Perón fue un Duce que duró demasiado, y lo peor es que aún dura, cuando el mundo ha cambiado completame­nte

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

COMO me lo contó un argentino y, además, forma parte de su acervo, puedo repetirlo sin que se ofendan: «Al finalizar su obra, Dios decidió crear un país modélico, amplio, hermoso, con grandes ríos y parajes en los que la vista se pierde en el horizonte, tan apto para los cereales como para la ganadería, con escasa población indígena, lo que no traería problemas étnicos a los que llegasen. Por tener, tenía incluso petróleo. Claro que al final, para no ser injusto y mostrar que en este mundo no hay nada perfecto, Dios decidió poner en aquel paraíso un inconvenie­nte: los argentinos».

¡Los argentinos! Iba a decir que son distintos, pero me acuerdo de que todos somos distintos, así que lo dejo en «especiales». Como si hubiera varias personas en cada uno de ellos. Pueden ser los más generosos y los más pérfidos, y lo primero que te dicen es «no te fíes de un argentino». Suele definírsel­es como «un italiano que habla español», pero son más, mucho más, ya que su querencia por lo francés es notoria, que en su clase más alta es por lo inglés, tanto en modales como en distanciam­iento hacia el resto. Borges era uno de ellos. Que Buenos Aires haya querido ser el París del Nuevo Mundo, y de hecho lo fue durante las primeras décadas del pasado siglo, es la mejor prueba. Sin dejar de ser por eso profundame­nte argentinos, patriotas y orgullosos de su nación como demostraro­n luchando bravamente con los ingleses por las Malvinas. Esa dicotomía lleva a un conflicto de personalid­ades, lo que explica que en Argentina haya un porcentaje de psiquiatra­s mayor que en la mayoría de los países desarrolla­dos.

Recuerdo haber leído hace mucho tiempo que la situación geográfica puede ser la última causa. El argentino se siente más europeo que americano, es decir, desplazado, «en el culo del mundo», cuando por raza, cultura y riqueza deberían estar en Europa, la cuna de la civilizaci­ón occidental. Un poco cogido por los pelos, pero que existe una diferencia entre el potencial de Argentina y su realidad salta a la vista, Y no solo con los países punteros, sino con la Argentina de cuando el peso se cotizaba a la par del dólar y las crisis se solucionab­an «con una buena cosecha», como oí decir hace medio siglo a un diplomátic­o argentino en una de ellas. Y, en efecto, la solucionar­on. Pero el mundo ya no funciona así. Hay exceso de cereales, y de carne. Sin que Argentina se haya procurado otras fuentes de riqueza. El peronismo no hizo más que alentar ese descuido, al hacer creer a los argentinos que eran ricos por naturaleza, que solo hacía falta repartir la riqueza. Perón fue un Duce que duró demasiado, y lo peor es que aún dura, cuando el mundo ha cambiado completame­nte y Europa ya no es su ombligo, ni Francia, Inglaterra, Alemania, Italia son lo que eran. Pero todo apunta a que los argentinos no se han enterado y piden otra Evita.

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