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La Policía carga contra activistas en el aeropuerto de Hong Kong queando los mostradores de facturación y los accesos al control de pasaportes. Junto a las más de 300 cancelaciones que ya se acumulaban por la mañana, por la tarde quedaron suspendidas todas las salidas y las llegadas volvieron a acumular retrasos.
Pero lo peor no fue este caos aéreo en uno de los aeropuertos más transitados del mundo, sino las desagradables escenas y violentos enfrentamientos que desataron unas protestas totalmente fuera de control. Además de enfrentarse a algunos pasajeros atrapados que les reprochaban haber perdido sus vuelos, los manifestantes retuvieron a dos chinos del continente a los que acusaban de ser policías encubiertos.
Uno de ellos, que resultó ser fotógrafo del periódico altavoz del Partido Comunista, tuvo que ser atendido por un equipo médico. Para liberarlo, los agentes antidisturbios entraron en el aeropuerto, pero los manifestantes se lo impidieron enfrentándose a ellos. En medio del caos, un policía hasta desenfundó su pistola.
Durante la mañana, la jefa del Gobierno local, Carrie Lam, había preguntado a los manifestantes si querían «empujar a Hong Kong al abismo», pero volvió a dejar sin respuesta sus demandas democráticas.