Competitividad fiscal
neral de Colegios de Economistas, Valentí Pich, la idea de relacionar comunidades con el peso de la economía sumergida es «aventurada» y cree que esto tiene que ver más con el tipo de actividad o con el nivel de paro de cada zona. «Se debería hablar más de zonas industriales, con un tipo de fraude ligado a operaciones más complejas, y en zonas muy agrícolas y latifundistas habrá otro tipo de problemas. En lugares con cifras de desempleo muy elevado es normal que se produzca más un tipo de economía informal, que muchas veces es de subsistencia, y que se diferencia de la sumergida por ser esta última una expresión más dura al referirse a una economía que voluntariamente y organizadamente se hace fuera del circuito», opina Pich.
Evitar el fraude
Para evitar este tipo de operaciones, Pich propone que se fomente el dinero digital. «Reducir los movimientos de dinero en metálico o en efectivo y apostar por el digital ayudaría a cargarse una parte muy importante de la economía sumergida o informal. Aunque al final, todos los países tienen un determinado nivel de fraude, aunque algunos más que otros sentencia. Para Izquierdo, director general del IEE, los gravámenes excesivos «pueden incitar a la economía sumergida en la práctica» y, por lo tanto, opina que la solución reside en una fiscalidad competitiva. «Algunas regiones suben los tipos marginales de la Renta o la tributación patrimonial y esto es un problema porque supone una competencia desleal entre empresas o contribuyentes, entre los que cumplen las normas y los que no lo hacen. No es muy razonable que existan diferentes niveles de economía sumergida entre regiones en España», concluye.
Madrid ha conseguido superar a las provincias vascas en 2020 y lidera el Índice de Competitividad Fiscal, una clasificación que realiza por cuarto año la Fundación para el Avance de la Libertad (Fundalib) junto a la Tax Foundation de Estados Unidos, y que tiene en cuenta tanto los tramos de los grandes impuestos como los tributos cedidos a las autonomías.