Amor inmortal y un expolio
nada de irregular en el hecho de que obras del rico patrimonio artístico de Italia se vendan en subasta al mejor postor. Antes de la unidad de Italia (1861), la legislación permitía a quien invertía en las excavaciones tener en propiedad o vender las obras recuperadas. En diciembre de 1870, el Estado compró Villa Adriana, tutelando a partir de entonces los descubrimientos.
Pero detrás de los cientos de objetos y esculturas que aparecieron en siglos anteriores, hay una rica historia en cada una de esas obras de arte. Por ejemplo, la estatua de Dioniso fue vendida por Gavin Hamilton, que gestionaba la mayor parte de las ventas de obras antiguas a coleccionistas ingleses, al primer ministro del Reino Unido, Lord Sherburne (1737-1805). A su muerte, la escultura permaneció en propiedad de la familia hasta 1930, cuando fue vendida al diplomático Karl Bergsten, pasando a formar parte de la Colección Bergsten en Estocolmo. «La subasta de Londres –afirma Andrea Bruciati– refleja la atención siempre viva por las obras de arte de la Villa, fruto de la gran clientela que hubo para sus obras. Villa Adriana, en realidad, era concebida como una obra de arte total. El proyecto Atlas arrojará luz sobre la extrema complejidad de este parque arqueológico».
De aquellos barros vinieron estos magníficos lodos gloriosos. Si Juanjo Lacalle no hubiera aumentado la hipoteca de su casa a principios de los años ochenta para disputar la recién estrenada Copa Nacional Seat Panda, quizá no estaríamos haciendo esta entrevista. Con ese dinero hipotecado del copiloto de Carlos Sainz pudieron competir en las cuatro carreras. Las ganaron todas.
Fue el comienzo de una gran trayectoria, la continuidad de una gran amistad. Cuarenta años después, Sainz suma dos Mundiales de rallies y tres victorias en el Dakar (en 2010, 2018 y 2020). El 3 de enero, el próximo domingo (hasta el viernes 15), estrena con el Mini la defensa de su título en Arabia Saudí y, a sus 58 años, viajará para conseguir la cuarta corona. Cuando habla con ABC, demuestra su determinación para alcanzar el objetivo.
Todas sus palabras son positivas, no hay peros. Acaba de ganar uno de los dos rallys de entrenamiento precisamente en Arabia Saudí. El otro se lo apuntó Al-Attiyah, el gran rival. Carlos Sainz se siente mejor ahora, con toda la experiencia del raid, que hace tres lustros, cuando debutó en esta prueba mítica.
—Defiende título, la primera corona del Dakar conquistada en Arabia Saudí. ¿Siente que le consideran favorito?
—Cuando ganas sientes que otros pilotos se fijan más en ti, es normal, pero luego la carrera es la que manda y pone a todo el mundo en su sitio. No me considero favorito, pero sí soy uno de los candidatos al triunfo. Después, la carrera y las circunstancias te permiten la victoria o no, pero es el objetivo.
—¿Su meta es siempre obtener el primer puesto final? ¿Un podio nunca consuela?
—Vengo al Dakar, como siempre, con el único objetivo de ganar, no tengo otro. En mi carrera no entiendo otra cosa que correr para ganar. Luego, las circunstancias pueden hacer que seas segundo o tercero, pero mi reto