QUERIDO 2020
Mi 2020 se ha basado, como cualquier otro año mío, en mis decisiones
2020 ha sido uno de los mejores años de mi vida. Me encerraron un mes y tres semanas pero antes, de enero a marzo, le descubrí Nobu y los teatros a mi hija. Fuimos al Camp Nou a cada partido. Vi a Pep ganar en el Bernabéu. Vi a Puigdemont hacer el ridículo en Estrasburgo. Y cuando nos medio soltaron, salimos a por la vida como si en lugar de una primavera nos hubieran robado siete años y un día. Nuestro mes de junio fue un abordaje▶ en Barcelona, en Andalucía y en Ibiza; y si en Cataluña la deprimente Generalitat nos volvió a cerrar los restaurantes en octubre, en Madrid descubrimos a una presidenta que no sólo protegió la economía –es decir, la vida– de sus vecinos, sino que se ha convertido en la lideresa que necesita la inteligencia creativa para acabar con este Gobierno de atraso e ignominia.
A este año que dejamos nada puedo reprocharle, no tanto por sus circunstancias sino porque decidí aprovecharlas. Durante el encierro ahorré, hice dieta y vi de madrugada películas importantes con Maria, tozudamente «Casablanca», «Ser o no ser», «Harry Potter» y «El Padrino». Hablamos sobre el sentido del amor y de la vida como sólo pueden hacerlo un padre y una hija. Luego cuando se pudo –y un poco antes, incluso– asaltamos juntos los grandes restaurantes, conoció a mis amigos y casi nunca se ha vuelto a quedar en casa con un canguro.
Para muchos habrá sido un año de tristeza y muerte, pero tal como negar la tragedia sería insensible, que yo obviara mi parte feliz sería cínico. Y el orgullo muy de Hombre de haber hallado una vacuna, y la trabajada euforia de cada momento en que supe celebrar la vida. He pasado el Covid como un resfriado leve y mi hija como una asintomática. Es cierto que hemos tenido suerte y que otros sufrieron y cayeron. Destrozadas familias. Lo siento. Pero junto a esta fortuna, mi 2020 se ha basado, como cualquier otro año mío, en mis decisiones▶ la más fundamental, mi higiénica alegría, mi empeño por sacarle provecho a todo; mi optimismo y mis ganas de volver a Nobu, que es exactamente lo mismo. No he tenido mala suerte, que podía haberla tenido, y vuelan mis plegarias para los que la tuvieron. Pero de un modo muy consciente y muy militante, he vencido. He ganado porque he insistido, porque me he rebelado y porque os he salvado la libertad con mi consumismo estratosférico y con mi júbilo. El destino es imprevisible pero la voluntad lo empuja. Cuando Isabel Díaz Ayuso desafió a Pedro Sánchez defendiendo la economía como mejor modo de proteger la salud, no podía estar completamente segura del resultado final que su apuesta tendría. Ella también pasó el Covid y ella también puede decir que 2020 le ha sonreído, y que algo ha hecho para que así sea, y hoy es el orgullo de los madrileños, la envidia de los catalanes y la gran esperanza de la España próspera y civilizada.
Me educaron en la generosidad, en la gratitud. Nunca me oyeron una queja. Mi 2020 ha sido pletórico, como cualquier otro año de mi vida. Nunca lo que sufrí pudo empañar lo que me ha servido.