ESTA VEZ NO HABRÁ CABOS SUELTOS
En lo que respecta a los indultos sobre los líderes independentistas, Sánchez rechazó hacer un pronunciamiento claro, pero construyó un argumento para justificar esa decisión. Aseguró que su Gobierno «no ha escondido sus intenciones» y que en su hoja de ruta se «apuesta claramente por el reencuentro, por la reconciliación y por la convivencia en Cataluña y de Cataluña para con España». Y defendió «que es muy importante superar episodios aciagos que nos sonrojan a todos».
La preparación del terreno que hizo Sánchez parte de la base de repartir culpas respecto a la situación en Cataluña, sin atender a que el quebrantamiento del orden constitucional vino por parte del Gobierno autonómico catalán en 2017. Pero el presidente prefigura un discurso diferente al respecto▶ «Creo que, cuando hablamos de Cataluña, nadie está libre de culpa. Nadie está libre de culpa», reiteró, antes de abundar en la idea de que «todos hemos cometido errores» y en la necesidad de «encontrar un espacio en el que nos podamos reencontrar».
Cuando en noviembre de 2011 el PSOE perdió las elecciones frente a la mayoría absoluta lograda por Mariano Rajoy, José Luis Rodríguez Zapatero había dejado su obra inacabada. Las mentiras sostenidas por su Gobierno durante más de dos años sobre la profundidad de una crisis económica que absurdamente negaba una y otra vez hundieron al socialismo. Atrás quedaban un fallido intento de reforma constitucional, la transformación de un modelo de Estado que convirtiese a Cataluña en nación aunque fuera a efectos teóricos, el agrietamiento del esquema territorial, y un proceso de ingeniería social basado en el adoctrinamiento educativo, en un revisionismo histórico a medida de la superioridad moral de la izquierda, y en una concepción sectaria de la igualdad. A medias quedaron también un proceso de manipulación artificial de las mayorías en el TC, la «reinserción social» definitiva de Bildu, la redefinición ideológica de la sociedad conforme al radicalismo
Sánchez se dirige a su comparecencia en La Moncloa. Detrás su secretario de Estado de Comunicación, M. Ángel Oliver con que la socialdemocracia reaccionó a su declive, y la sumisión al independentismo minoritario para conformar mayorías rehenes... La geometría variable, como ensayo de una profunda revisión del concepto mismo de la democracia hacia una partitocracia con incipientes taras de populismo.
Sánchez concluye su primer año completo de mandato con el meritorio éxito de haber aprobado los presupuestos en un Parlamento polarizado y fragmentado. Ha alejado el peligro de unas nuevas elecciones generales aun a costa de haberse dejado jirones de credibilidad en un PSOE extrañamente sumiso. Y lo hace aceptando la herencia antisistema de Rodríguez Zapatero, que reedita de manera mimética con un paralelismo elocuente.
Sin embargo, hay una diferencia sustancial entre uno y otro▶ esta vez Sánchez se ha propuesto no cometer errores ni excesos de confianza. Sánchez simula no ser un radical y justifica su extremismo alegando que el Gobierno de coalición es forzoso y ello le obliga a hacer concesiones a Podemos. Le quite ya el sueño o no, esta coartada infantil sería creíble si no tuviese como antecedente a Zapatero. Por eso su excusa no sirve.
Es el PSOE el que continúa la labor de victimización del separatismo, el que pretende coartar la independencia judicial, el que maquilla el historial sangriento de ETA, el que eleva su «memoria» histórica a la categoría de un republicanismo en ciernes, el que colabora en una estrategia de coacción progresiva a la Corona, y el que consagra la radicalidad como una cuchilla para diseccionar la médula de la Transición. El PSOE no es arrastrado por Podemos. Se arrastra solo y a sabiendas.
El subconsciente colectivo de una derecha irreconciliable cultiva la idea de que antes o después Sánchez caerá en las urnas sacudido por unos presupuestos inútiles y por una recesión más profunda de lo que la propaganda sanchista reconoce, porque ni siquiera el rescate europeo será suficiente. Pero la habilidad de Sánchez está precisamente en no incurrir en el error de Zapatero. El de esperar demasiado sin anticiparse. De ahí sus prisas por deformar la democracia a base de imposiciones▶ autoritarismo ejecutivo, una paradójica verdad absoluta a base de engaños múltiples, la actividad parlamentaria derruida, censura en la fiscalización del Gobierno, tribunales señalados, «expertos» ideologizados de corta y pega... Y toneladas de propaganda como inyección de anestesia social. Esta vez el empobrecimiento de España no será suficiente. No habrá cabos sueltos.
Sánchez se ha propuesto no cometer los errores de Zapatero, y esta vez la disección de la democracia no quedará a medias
la comunicación», ironiza. El profesor estima que con esta maniobra, desde el Ejecutivo «pretenden dar una especie de pátina de evaluación externa» al proceso de rendición de cuentas.
«Coger a determinadas personas, expertos, le da legitimidad, está bien montado», respalda Vera, quien pone el acento, sin embargo, en que la elección de los investigadores para diseñar la metodología debe ser muy fina y plural para que el ejercicio sea provechoso. «Si todos son de la misma pata, no parece que aporte demasiado», añade el catedrático. Barrera indica, por su parte, que el sistema ya tiene elementos que pueden decidir cómo evaluar de forma independiente la labor realizada por el Ejecutivo sin necesidad de recurrir a terceros con mayor o menor sintonía con los partidos que lo lideran. «Esto es una maniobra de marketing político, así de claro», sintetiza el profesor de la Universidad de Navarra, quien considera que el control de la gestión gubernamental lo pueden llevar a cabo «los medios de comunicación».
Análisis cojo