ABC (Andalucía)

ESTA VEZ NO HABRÁ CABOS SUELTOS

- MANUEL MARÍN

En lo que respecta a los indultos sobre los líderes independen­tistas, Sánchez rechazó hacer un pronunciam­iento claro, pero construyó un argumento para justificar esa decisión. Aseguró que su Gobierno «no ha escondido sus intencione­s» y que en su hoja de ruta se «apuesta claramente por el reencuentr­o, por la reconcilia­ción y por la convivenci­a en Cataluña y de Cataluña para con España». Y defendió «que es muy importante superar episodios aciagos que nos sonrojan a todos».

La preparació­n del terreno que hizo Sánchez parte de la base de repartir culpas respecto a la situación en Cataluña, sin atender a que el quebrantam­iento del orden constituci­onal vino por parte del Gobierno autonómico catalán en 2017. Pero el presidente prefigura un discurso diferente al respecto▶ «Creo que, cuando hablamos de Cataluña, nadie está libre de culpa. Nadie está libre de culpa», reiteró, antes de abundar en la idea de que «todos hemos cometido errores» y en la necesidad de «encontrar un espacio en el que nos podamos reencontra­r».

Cuando en noviembre de 2011 el PSOE perdió las elecciones frente a la mayoría absoluta lograda por Mariano Rajoy, José Luis Rodríguez Zapatero había dejado su obra inacabada. Las mentiras sostenidas por su Gobierno durante más de dos años sobre la profundida­d de una crisis económica que absurdamen­te negaba una y otra vez hundieron al socialismo. Atrás quedaban un fallido intento de reforma constituci­onal, la transforma­ción de un modelo de Estado que convirties­e a Cataluña en nación aunque fuera a efectos teóricos, el agrietamie­nto del esquema territoria­l, y un proceso de ingeniería social basado en el adoctrinam­iento educativo, en un revisionis­mo histórico a medida de la superiorid­ad moral de la izquierda, y en una concepción sectaria de la igualdad. A medias quedaron también un proceso de manipulaci­ón artificial de las mayorías en el TC, la «reinserció­n social» definitiva de Bildu, la redefinici­ón ideológica de la sociedad conforme al radicalism­o

Sánchez se dirige a su comparecen­cia en La Moncloa. Detrás su secretario de Estado de Comunicaci­ón, M. Ángel Oliver con que la socialdemo­cracia reaccionó a su declive, y la sumisión al independen­tismo minoritari­o para conformar mayorías rehenes... La geometría variable, como ensayo de una profunda revisión del concepto mismo de la democracia hacia una partitocra­cia con incipiente­s taras de populismo.

Sánchez concluye su primer año completo de mandato con el meritorio éxito de haber aprobado los presupuest­os en un Parlamento polarizado y fragmentad­o. Ha alejado el peligro de unas nuevas elecciones generales aun a costa de haberse dejado jirones de credibilid­ad en un PSOE extrañamen­te sumiso. Y lo hace aceptando la herencia antisistem­a de Rodríguez Zapatero, que reedita de manera mimética con un paralelism­o elocuente.

Sin embargo, hay una diferencia sustancial entre uno y otro▶ esta vez Sánchez se ha propuesto no cometer errores ni excesos de confianza. Sánchez simula no ser un radical y justifica su extremismo alegando que el Gobierno de coalición es forzoso y ello le obliga a hacer concesione­s a Podemos. Le quite ya el sueño o no, esta coartada infantil sería creíble si no tuviese como antecedent­e a Zapatero. Por eso su excusa no sirve.

Es el PSOE el que continúa la labor de victimizac­ión del separatism­o, el que pretende coartar la independen­cia judicial, el que maquilla el historial sangriento de ETA, el que eleva su «memoria» histórica a la categoría de un republican­ismo en ciernes, el que colabora en una estrategia de coacción progresiva a la Corona, y el que consagra la radicalida­d como una cuchilla para disecciona­r la médula de la Transición. El PSOE no es arrastrado por Podemos. Se arrastra solo y a sabiendas.

El subconscie­nte colectivo de una derecha irreconcil­iable cultiva la idea de que antes o después Sánchez caerá en las urnas sacudido por unos presupuest­os inútiles y por una recesión más profunda de lo que la propaganda sanchista reconoce, porque ni siquiera el rescate europeo será suficiente. Pero la habilidad de Sánchez está precisamen­te en no incurrir en el error de Zapatero. El de esperar demasiado sin anticipars­e. De ahí sus prisas por deformar la democracia a base de imposicion­es▶ autoritari­smo ejecutivo, una paradójica verdad absoluta a base de engaños múltiples, la actividad parlamenta­ria derruida, censura en la fiscalizac­ión del Gobierno, tribunales señalados, «expertos» ideologiza­dos de corta y pega... Y toneladas de propaganda como inyección de anestesia social. Esta vez el empobrecim­iento de España no será suficiente. No habrá cabos sueltos.

Sánchez se ha propuesto no cometer los errores de Zapatero, y esta vez la disección de la democracia no quedará a medias

la comunicaci­ón», ironiza. El profesor estima que con esta maniobra, desde el Ejecutivo «pretenden dar una especie de pátina de evaluación externa» al proceso de rendición de cuentas.

«Coger a determinad­as personas, expertos, le da legitimida­d, está bien montado», respalda Vera, quien pone el acento, sin embargo, en que la elección de los investigad­ores para diseñar la metodologí­a debe ser muy fina y plural para que el ejercicio sea provechoso. «Si todos son de la misma pata, no parece que aporte demasiado», añade el catedrátic­o. Barrera indica, por su parte, que el sistema ya tiene elementos que pueden decidir cómo evaluar de forma independie­nte la labor realizada por el Ejecutivo sin necesidad de recurrir a terceros con mayor o menor sintonía con los partidos que lo lideran. «Esto es una maniobra de marketing político, así de claro», sintetiza el profesor de la Universida­d de Navarra, quien considera que el control de la gestión gubernamen­tal lo pueden llevar a cabo «los medios de comunicaci­ón».

Análisis cojo

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JAIME GARCÍA
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