ABC (Andalucía)

Salvador Tranche Presidente de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitari­a (Semfyc)

Tras una primera ola descrita como un milagro en Asturias, la segunda sacudió por sorpresa por efecto del turismo

- ÉRIKA MONTAÑÉS

El pasado 12 de julio el presidente de los médicos de familia del país, Salvador Tranche, avalaba en ABC las piedras de toque que sustentaba­n el «milagro asturiano», gracias a las cuales el Principado había cruzado sin gran pena el rubicón de la pandemia. Más de cinco meses después, Tranche da fe de la dureza de la segunda embestida, en el transcurso de uno de los tres días de vacaciones que ha tomado desde septiembre, porque «descansar es necesario». «Creo que ahora la necesidad de verse era mayor que en verano, pero es seguro que nos va a pasar factura hacia la segunda quincena de enero».

Su agenda engordó de 35 a 60 pacientes al día, la mayoría atendidos telefónica­mente, pero al otro lado del cable escucha voces de «ciudadanos no Covid cada vez más molestos» por la situación de la atención primaria. Y lo peor puede estar por llegar, porque a los rigores de la tercera ola se añadirá la campaña de vacunación contra el virus en 13.000 centros de salud como el suyo, el de El Cristo (en Oviedo).

—Asturias lidera la letalidad en España, dice el INE. No lo vimos venir...

—La explicació­n es el envejecimi­ento de la población. La edad se ha revelado como el factor clave en la mortalidad del virus; no me parece que exista otro motivo. A veces, tendemos a buscar la relación causa efecto, pero este virus se ha mostrado dinámico, con un comportami­ento social que prueba que nadie está libre de padecerlo.

—¿Pasamos de hablar de milagro a pesadilla asturiana?

—La verdad es que la segunda ola ha sido tremenda. Este virus cambia a una velocidad increíble, de hecho, hemos tenido una virulencia parecida a la de países como Suiza, Suecia y Alemania, que resistiero­n mejor en la primera ola.

—¿El motor del cambio ha sido la permisivid­ad durante las vacaciones? Vimos las imágenes de playas llenas...

—El turismo ha sido uno de los detonantes, sí que lo creo. El segundo, el «efecto llamada» para consumir y el aperturism­o, que económicam­ente ha venido bien. Y, tercero, la relajación social. Nos parecía que estábamos «exentos»

El doctor Tranche, en el centro de salud El Cristo, donde pasa consultaM. de padecer la enfermedad▶ seguimos preguntánd­onos qué ha pasado en la segunda ola para estar así. A nivel de salud pública, el Principado, salvo en el verano, no ha sido precisamen­te laxo en sus medidas, pero estos meses hemos tenido datos de ingresos en UCI y de volumen asistencia­l altísimos. —¿Cómo ha cambiado su vida en la consulta de una ola a otra?

—La segunda nos generó una gran impotencia. No sabíamos qué hacer, cundió el desánimo, nos pilló de sorpresa porque no habíamos superado del todo aún la primera. Ahora mismo, las cifras bajan demasiado lentamente. Te da la sensación de que luchas y se compagina con nuevos casos, como se ha probado con la variante británica. El virus, para colmo, muta. En la atención primaria, además, se ha producido un fenómeno curioso entre oleadas. En la primera, los centros estaban conciencia­dos del riesgo y la población no acudía a ellos por miedo; en la segunda, ya estábamos protegidos, seguros, con los circuitos definidos y la población ha necesitado más acudir al centro. Sobre todo, entre pacientes con patologías no Covid. En la segunda hemos regresado a niveles previos a la pandemia, con problemas de salud no evoluciona­dos. El 70% de la actividad ahora no es presencial, pero en la primera teníamos una semana de demora, y ahora cero. Aun así, hay más irritación social por el acceso a los servicios. Pero solo la sobrecarga física y emocional en los centros de salud ha podido conseguir que ahora estemos en días de meseta.

—A falta de una intensa vacunación...

—Que pondrá al límite unos recursos que ya están totalmente extenuados. Está claro que el sitio ideal para la vacunación es la atención primaria, que lleva muchos años haciéndolo bien. Pero hablamos de aquí a marzo de 2,5 millones de personas, 5 millones de visitas por las dos dosis. Con los recursos actuales es inviable la programaci­ón de 25 millones de personas vacunadas este año. En los centros de salud estos pacientes no se deben mezclar con el resto de patologías, hay que implementa­r circuitos diferentes. La tercera ola va a coincidir con la vacunación. Empezamos con una vacuna, y va a haber tres. Inocular no es un proceso técnicamen­te complejo, el resto sí. Y es imprescind­ible un refuerzo de personal imposible de cifrar; nuestro punto de partida ya es de déficit.

—En su carta a los Reyes Magos, además de personal ¿qué pediría?

—Hay que aprovechar para hacer reformas de calado porque si solo damos respuesta al Covid dejaremos condenado el sistema. Nadie está poniendo luces largas. El esfuerzo hecho es una barbaridad y obedece a una respuesta puntual, como las regiones, que han aumentado un 8% su presupuest­o sanitario. Pediría sistemas de informació­n y digitaliza­ción. Modernizac­ión.

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