El encierro que nos cambió a todos, palabra del año
∑La FundéuRAE escoge «confinamiento» para definir 2020. Músicos y escritores relatan cómo este término marcó sus vidas durante la cuarentena obligada
e Islandia a Sudáfrica, de Nueva York a Aranda de Duero, todos hemos padecido los estragos del confinamiento entre cuatro paredes. Esa universalidad forzosa ha sido la clave para que la Fundación del Español Urgente (FundéuRAE) haya escogido la dichosa palabra para definir el año que toca a su fin. «Hemos optado por “confinamiento” porque nos parecía que tiene una dimensión comunitaria. Nos ha afectado a todos, ha sido algo que nos ha sobrevenido y cada uno lo ha vivivido a su manera», afirma Soledad Puértolas, vocal de la institución.
Se ha convertido en una realidad tan global, tan aplastante, que la Real Academia Española (RAE) ha tenido que ampliar –qué ironía– sus horizontes lingüísticos en la última actualización del Diccionario de la Lengua Española (DLE)▶ «Aislamiento temporal y generalmente impuesto de una población, una persona o un grupo por razones de salud o de seguridad». «Era una acepción de la palabra que no conocíamos. Nos parecía también muy interesante ver cómo las palabras adquieren nuevos sentidos
Dcuando son utilizadas en determinadas situaciones. Es la riqueza del lenguaje y nuestra relación con él. En ese sentido, confinamiento es una novedad y describe perfectamente la vertiente social y subjetiva de lo que han sido estos meses», explica la también académica de la RAE, que continúa▶ «Las palabras están ahí, a nuestra disposición».
A medida que las restricciones a la movilidad se volvían más estrictas, ellas se han convertido en el único boquear emocional posible con el que sobrevivir a través de videollamadas, teléfonos o mensajes. Porque así es la naturaleza humana. Como la planta que se abre paso en el asfalto, también lo bueno ha florecido en mitad del encierro. Músicos, bailarines, escritores, fotógrafos, actores, pintores... Muchos han sido los que han sacado provecho a esta introspección obligada.
En riguroso directo, la imaginación ha batido sus alas y ha atenuado el tedio de las horas muertas con conciertos, actuaciones y bailes en los escenarios más inverosímiles. A posteriori, van viendo la luz los trabajos discográficos concebidos durante la pandemia. Javier Ruibal sólo pudo componer cuando desconectó de las noticias▶ «Sobre todo me quité de las baldías tertulias televisivas sobre el tema, de las batallas de bilis parlamentarias». Su nuevo disco «está escrito entero caminando los dieciocho pasos que podía dar en el piso de Madrid donde pasé el confinamiento. Estábamos todos en un momento de sensibilidad muy alto, y quizá por eso estas canciones llegan a lugares emocionales a los que otras canciones mías anteriores no llegaban», avanza el músico. Pero no todos han tenido la misma suerte. «Justo antes de la pandemia había empezado a componer. Pero con el encierro dejé de escribir completamente. No tuve absolutamente ninguna inspiración, y eso también tiene que ver con la situación que todos estábamos viviendo. Me he dedicado mucho más a la familia, a leer, a escuchar música… Pero escribir, nada, no ha ocurrido. Me ha sido imposible», confiesa la cantante portuguesa de fado Mariza.
También los escritores, muchos de los cuales se recluyen, cual eremitas, para abordar cada nuevo libro, experimentaron una nueva cuarentena, distinta, obligada. ¿Qué salió de sus mentes creativas en aquellos días de encierro? Arturo Pérez-Reverte tenía pensado acabar su novela sobre la batalla del