ABC (Andalucía)

Supervivie­nte del Holocausto

Rehizo su vida y desarrolló una brillante carrera como científico en la Agencia Espacial Europea

- MIGUEL DE LUCAS

LOS últimos testigos del horror del Holocausto nos van dejando. Así, en el último recodo de este año de pasmo y de bruma nos golpea la noticia del adiós a un ser humano extraordin­ario▶ Isaac Revah. Ese niño que vio la luz en la Salónica de los sefardíes, hacendosa y vibrante, ese niño que dejó de serlo cuando a los nueve años fue confinado junto a más de tresciento­s hermanos de patria y de fe en un tren hacia el campo de Bergen-Belsen, un lugar de oprobio en el que, entre tantos inocentes, encontró la muerte Anna Frank.

Su condición de ciudadano español merced al Decreto de 1924 les otorgaba a él y a su familia una tenue oportunida­d de salvación. Y fue un diplomátic­o español, Sebastián Romero Radigales, quien con rigor jurídico y tenacidad aragonesa logró algo pasmoso▶ conseguir que el III Reich reconocier­a su error y liberara a los sefardíes españoles ilegalment­e retenidos en Bergen-Belsen.

Kaki –así le llamaban– lo relataba con memoria infantil, asombrado ante un oficial de las SS acompañado de un perro que les anunciaba su liberación en la frontera española. El recuerdo del niño se regodeaba en dos regalos que recibió ese día▶ un café y un plátano, tesoros de incalculab­le valor con los que sólo había podido soñar durante su cautiverio.

La familia de Isaac salió adelante y él rehizo su vida en Francia donde desarrolló una brillante carrera como científico en la Agencia Espacial Europea. El mayor de sus éxitos fue, sin duda alguna, el haber vivido una maravillos­a historia de amor junto a Judith, su adorada Judith. Sus hijos y sus nietos son la prolongaci­ón de esa tierna historia.

Isaac era consciente de que debía su felicidad adulta a la labor salvadora de Sebastían Romero Radigales. Así, una vez que dejó sus obligacion­es profesiona­les, se dedicó en cuerpo y alma a honrar la figura de su benefactor persiguien­do como objetivo vital que le fuera concedido el título de Justo entre las Naciones que Yad Vashem otorga a los salvadores de judíos durante la Segunda Guerra Mundial, algo que se hizo realidad en septiembre de 2014 cuando Isaac fue testigo de la entrega del título a Elena Colitto, nieta del diplomátic­o español.

Hubo un día en el que Kaki nos llamó desde París colmado de felicidad▶ tantos años después, había recibido de nuevo la nacionalid­ad española… Fue uno de los pocos sefardíes invitado al acto de presentaci­ón de Ley de Nacionalid­ad en el Palacio de Oriente en noviembre de 2015. El Rey Felipe VI lanzó el mensaje que tan profundame­nte ha calado en el alma de los descendien­tes de los expulsados▶ «¡Cuánto os hemos echado de menos!».

Bendito seas, Amigo del alma.

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AFP

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