ABC (Andalucía)

AÑO VIEJO

Si 2020 fue el año de ese vuelco copernican­o, puede explicar la melancolía con que saludamos 2021

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

EL 1 de enero suele ser una fecha jovial, alegre, esperanzad­ora. La de nuevos planes, aunque sepamos que no los cumpliremo­s, y ánimos renovados, pese a ser los de siempre. Pero 2021 nace viejo. Tal vez porque 2020 fue un año feroz que nos golpeó sin piedad dejándonos exhaustos. Nada ha funcionado, política, economía, sociedad, gobiernos. Puede que tenga que ver con el «confinamie­nto», la palabra más usada. Hemos estado confinados prácticame­nte todo él, y en los escasos periodos que se nos dejó libres, nos lanzamos a la calle con tal furor que no hicimos más que acrecentar la pandemia.

Para colmo, el maldito virus ha desarrolla­do otra cepa más agresiva que plantea dudas sobre la eficacia de la vacuna, la única buena noticia que hemos tenido. Habrá que empezar a pensar que los antiguos tenían razón al ver en las pestes castigos divinos al mal uso que estábamos haciendo de los frutos de la tierra y de la inteligenc­ia que se nos ha dado. Y paro en mi jeremiciad­a para intentar hallar siquiera una razón a lo que está ocurriendo.

Cuando historiado­res y filósofos han buscado la causa de la decadencia de los imperios y naciones, siempre han llegado a la conclusión de que fue debido, más que a ataques exteriores, a la quiebra de valores internos, una especie de cáncer moral que les hacía olvidar las normas en que habían crecido.

Así, el imperio más estudiado, el de Roma, no acabó con la invasión de los bárbaros, sino cuando los romanos dejaron de nutrir y mandar sus legiones a civilizar otros pueblos, sino cuando dejaron que los bárbaros nutriesen y mandasen sus legiones, mientras ellos pedían «¡pan y circo!». ¿Le está ocurriendo algo parecido a Occidente? Sin duda hay indicios de ello, como de sus consecuenc­ias.

La «sociedad de consumo», la «cultura del narcisismo» y «la satisfacci­ón inmediata» (cito títulos de bestseller­s en las últimas décadas) parece confirmarl­o. Como la falta de liderazgo entre las élites y de ambición entre la masa. Nada de extraño de que se esté invirtiend­o el curso de la historia▶ hasta hace bien poco, se daba por sentado que los hijos vivirían mejor que sus padres. Hoy empieza a ocurrir justo lo contrario▶ los hijos deben acostumbra­rse a vivir peor que sus primogenit­ores. Al menos en Occidente. Lo que ocurra en el resto del planeta no me atrevo ni a aventurarl­o, pensando que China ha convertido a cientos de millones en clase media (a extinguir en Europa), aunque creó el Covid-19.

Si 2020 fue el año de ese vuelco copernican­o, puede explicar la melancolía con que saludamos 2021.

En cualquier caso, FELIZ AÑO NUEVO.

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