ABC (Andalucía)

EL INTERMEDIA­RIO

La labor del Gobierno para hacer realidad las vacunas ha sido impercepti­ble▶ las decisiones se tomaron en Europa y la gestión ha recaído en las autonomías

- ANA I. SÁNCHEZ

CUÁL es el gran papel que ha jugado el Gobierno en la estrategia de vacunación contra el coronaviru­s? A la vista de los mensajes propagandí­sticos que lanza La Moncloa. la mayoría de los ciudadanos creerá que el mismo Pedro Sánchez ha sido el artífice de que la preciada dosis le vaya a ser inyectada en los próximos meses. La realidad, sin embargo, es muy distinta. Poco ha hecho el Ejecutivo más allá de encargar que las cajas vengan forradas con la bandera, el escudo y el letrero «Gobierno de España».

Analicemos. Gracias a la guasa de la cogobernan­za, el Consejo Interterri­torial de septiembre estableció que las autonomías tendrían que «encargarse de disponer de todos los materiales, equipos y recursos necesarios para la administra­ción de las vacunas» que proveería Sanidad. Es decir, que las comunidade­s asumieron la carga más difícil de la operación▶ el personal, las compras de jeringuill­as o neveras de ser necesarias, la gestión de las citas, la preparació­n de las dependenci­as... a cambio de que el Gobierno entregara las dosis.

Pero ¿en qué ha consistido exactament­e esa labor de provisión? Pues ni más ni menos que en ejercer de puro intermedia­rio entre Europa y las autonomías. Fue en el seno comunitari­o donde se decidió cuándo comprar vacunas, cuántas dosis, de qué marcas, en qué fecha distribuir­las y a cuántas tocaba cada país. Fue allí donde se lideró la negociació­n y contrataci­ón con las farmacéuti­cas. El papel del Gobierno español se redujo a pedir la palabra de vez en cuando para hacer alguna propuesta y a abonar el importe de la factura correspond­iente, encarecida, eso sí, por el encargo de cartelería propagandí­stica a todo color.

¿Se podrá adjudicar al Ejecutivo, al menos, el mérito de organizar la administra­ción de la vacuna a nivel nacional? Tampoco. Aquel Consejo Interterri­torial de septiembre acordó que la estrategia sería común, pero se elaboraría «de forma conjunta» entre comunidade­s y Estado –otra vez la cogobernan­za–. Y el diseño del plan se llevaría a cabo, además, «teniendo en cuenta la opinión de expertos en bioética y de sociedades científica­s», que son los que han propuesto a qué colectivos priorizar y con qué escala hacerlo. ¿Dónde deja todo esto la labor del Ejecutivo? ¿Qué parte de toda esta coactuació­n intermedia­da merece gastar dinero de los contribuye­ntes en que las vacunas vengan forradas con el letrero «Gobierno de España»?

En inglés hay una frase hecha que se usa de forma habitual en conversaci­ones de negocios o gestión, «cut out the middle man». Viene a recomendar la eliminació­n del intermedia­rio para lograr un resultado mejor y más barato. La cogobernan­za usada como estrategia para librarse de gestionar la pandemia le permite a Pedro Sánchez evitar el desgaste público, pero le convierte en ese «middle man» totalmente prescindib­le.

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