Vacas genéticamente pensadas para contaminar menos
Una investigación apunta a que en 10 años sus emisiones podrían caer un 20%
A las vacas también se les va la energía por la boca. Sus «eructos», más que sus ventosidades, son fuente de gases de efecto invernadero, especialmente metano, contribuyendo así al calentamiento global. En un planeta con una población y demanda alimentaria crecientes, los ganaderos llevan años introduciendo mejoras en la alimentación de estos rumiantes para que «contaminen» menos. Pero sus emisiones aún tienen margen de mejora. Según ha identificado un grupo de investigadores del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA), la clave está en sus genes. Aplicando una cría selectiva, en unos 10 años (unas 3-5 generaciones), la caída del metano podría llegar a ser del 20%.
En España, la ganadería supone el 8,4% del total de emisiones del país, algo menos que las derivadas de los
El metano que exhalan
las vacas, fruto de la digestión, es mayor que el de sus ventosidades. Se estima que aportan el 4% del metano mundial. hogares, comercios y oficinas juntos, según el inventario de emisiones del Ministerio para la Transición Ecológica. Centrándose solo en el ganado lechero, hoy el consumo total de leche de una familia media durante un año equivale, en emisiones, a un trayecto Madrid-Sevilla (530 km) en un coche tipo Seat Ibiza.
Se ha descubierto que la
genética favorece que algunas vacas alberguen unos microorganismos en su tracto digestivo que
producen más metano.
Según el censo de vacuno lechero de España, en julio había 836.039 vacas en ordeño, lo que supone un descenso del 0,4% con
respecto al año anterior.
«Reducir las emisiones supondría un ahorro de costes para los ganaderos, y una menor utilización de recursos naturales para alimentar al ganado, y por tanto a la población mundial», explica uno de los autores principales del estudio, el doctor Óscar González-Recio, del Departamento de Mejora Genética Animal del INIA.
Detectores infrarrojos
Los rumiantes tienen un complejo sistema digestivo y la producción de metano «supone una pérdida de energía para la vaca», dice el investigador. Parte del alimento consumido por el animal se transforma en un gas (metano) que no es aprovechable y se emite a la atmósfera. «Parte del coste del alimento es perdido en la atmósfera», insiste.
El reto era identificar los genes que favorecen esta expulsión de metano y ver si interaccionan o afectan a la producción de leche o carne. Para ello, el grupo del INIA, junto con el Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario (Neiker-Tecnalia) y ganaderos de Conafe, la Confederación de Asociaciones de Frisona Española, estudiaron durante un año (desde mayo de 2018 hasta junio de 2019) las emisiones de metano de 1.501 vacas en 14
«Eructos» cargados
de metano
El efecto de la
microbiota
836.039 vacas en ordeño en España
Un largo día «comiendo»
1.501 vacas Durante un año, el equipo analizó diversas variables de las vacas de 14 granjas españolas
diferentes
Aunque depende de la raza y del tamaño, las
vacas productoras comen hasta doce veces al día, con una duración de 20 minutos cada una. granjas comerciales en cuatro regiones de España.
«Todo lo que sea evolucionar, bienvenido sea. Y la experiencia no conlleva ningún tipo de carga excesiva adicional, nada especialmente complicado», asegura Sandra, propietaria de la ganadería Ametsleku de Vizcaya, que decidió dejar que los científicos estudiaran sus animales. El equipo midió el metano que exhalaban las vacas con detectores infrarrojos instalados dentro del contenedor de alimentación del sistema de ordeño; el tiempo de rumia con collares, y la microbiota de su tracto digestivo con una sonda, además de analizar su ADN.
Lo que descubrieron es que la producción de metano está regulada por un gran número de genes, y cada uno de ellos tiene solo un pequeño efecto. También que la composición de la microbiota está parcialmente regulada por la genética, lo que influye en que haya ejemplares que producen más metano. Y que es posible aplicar una selección genética que reduzca las emisiones y no merme los intereses económicos de los ganaderos, aunque hay que hacerlo con cuidado. Generalmente, «al seleccionar por una mayor producción de leche, aumentamos la producción de metano», explica GonzálezRecio. Pero existen variantes genómicas «favorables para ambos caracteres»▶ las emisiones y la leche. Sandra, desde su experiencia, no le ve inconveniente a aplicar una información que «te hará tomar decisiones más responsables».
Mayor producción de leche, más gases
Generalmente, cuando se hace una cría selectiva
para que las vacas produzcan más leche, también se aumenta su producción de emisiones.