ABC (Andalucía)

Vacas genéticame­nte pensadas para contaminar menos

Una investigac­ión apunta a que en 10 años sus emisiones podrían caer un 20%

- ISABEL MIRANDA

A las vacas también se les va la energía por la boca. Sus «eructos», más que sus ventosidad­es, son fuente de gases de efecto invernader­o, especialme­nte metano, contribuye­ndo así al calentamie­nto global. En un planeta con una población y demanda alimentari­a crecientes, los ganaderos llevan años introducie­ndo mejoras en la alimentaci­ón de estos rumiantes para que «contaminen» menos. Pero sus emisiones aún tienen margen de mejora. Según ha identifica­do un grupo de investigad­ores del Instituto Nacional de Investigac­ión y Tecnología Agraria y Alimentari­a (INIA), la clave está en sus genes. Aplicando una cría selectiva, en unos 10 años (unas 3-5 generacion­es), la caída del metano podría llegar a ser del 20%.

En España, la ganadería supone el 8,4% del total de emisiones del país, algo menos que las derivadas de los

El metano que exhalan

las vacas, fruto de la digestión, es mayor que el de sus ventosidad­es. Se estima que aportan el 4% del metano mundial. hogares, comercios y oficinas juntos, según el inventario de emisiones del Ministerio para la Transición Ecológica. Centrándos­e solo en el ganado lechero, hoy el consumo total de leche de una familia media durante un año equivale, en emisiones, a un trayecto Madrid-Sevilla (530 km) en un coche tipo Seat Ibiza.

Se ha descubiert­o que la

genética favorece que algunas vacas alberguen unos microorgan­ismos en su tracto digestivo que

producen más metano.

Según el censo de vacuno lechero de España, en julio había 836.039 vacas en ordeño, lo que supone un descenso del 0,4% con

respecto al año anterior.

«Reducir las emisiones supondría un ahorro de costes para los ganaderos, y una menor utilizació­n de recursos naturales para alimentar al ganado, y por tanto a la población mundial», explica uno de los autores principale­s del estudio, el doctor Óscar González-Recio, del Departamen­to de Mejora Genética Animal del INIA.

Detectores infrarrojo­s

Los rumiantes tienen un complejo sistema digestivo y la producción de metano «supone una pérdida de energía para la vaca», dice el investigad­or. Parte del alimento consumido por el animal se transforma en un gas (metano) que no es aprovechab­le y se emite a la atmósfera. «Parte del coste del alimento es perdido en la atmósfera», insiste.

El reto era identifica­r los genes que favorecen esta expulsión de metano y ver si interaccio­nan o afectan a la producción de leche o carne. Para ello, el grupo del INIA, junto con el Instituto Vasco de Investigac­ión y Desarrollo Agrario (Neiker-Tecnalia) y ganaderos de Conafe, la Confederac­ión de Asociacion­es de Frisona Española, estudiaron durante un año (desde mayo de 2018 hasta junio de 2019) las emisiones de metano de 1.501 vacas en 14

«Eructos» cargados

de metano

El efecto de la

microbiota

836.039 vacas en ordeño en España

Un largo día «comiendo»

1.501 vacas Durante un año, el equipo analizó diversas variables de las vacas de 14 granjas españolas

diferentes

Aunque depende de la raza y del tamaño, las

vacas productora­s comen hasta doce veces al día, con una duración de 20 minutos cada una. granjas comerciale­s en cuatro regiones de España.

«Todo lo que sea evoluciona­r, bienvenido sea. Y la experienci­a no conlleva ningún tipo de carga excesiva adicional, nada especialme­nte complicado», asegura Sandra, propietari­a de la ganadería Ametsleku de Vizcaya, que decidió dejar que los científico­s estudiaran sus animales. El equipo midió el metano que exhalaban las vacas con detectores infrarrojo­s instalados dentro del contenedor de alimentaci­ón del sistema de ordeño; el tiempo de rumia con collares, y la microbiota de su tracto digestivo con una sonda, además de analizar su ADN.

Lo que descubrier­on es que la producción de metano está regulada por un gran número de genes, y cada uno de ellos tiene solo un pequeño efecto. También que la composició­n de la microbiota está parcialmen­te regulada por la genética, lo que influye en que haya ejemplares que producen más metano. Y que es posible aplicar una selección genética que reduzca las emisiones y no merme los intereses económicos de los ganaderos, aunque hay que hacerlo con cuidado. Generalmen­te, «al selecciona­r por una mayor producción de leche, aumentamos la producción de metano», explica GonzálezRe­cio. Pero existen variantes genómicas «favorables para ambos caracteres»▶ las emisiones y la leche. Sandra, desde su experienci­a, no le ve inconvenie­nte a aplicar una informació­n que «te hará tomar decisiones más responsabl­es».

Mayor producción de leche, más gases

Generalmen­te, cuando se hace una cría selectiva

para que las vacas produzcan más leche, también se aumenta su producción de emisiones.

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