ABC (Andalucía)

OTRO AÑO DE INFAMIA

Frankenste­in dispone de tiempo sobrado para liquidar la Constituci­ón y romper la unidad de España

- ISABEL SAN SEBASTIÁN

DEJAMOS atrás un año de infausta memoria en todo lo que atañe a la vida pública, que empezó con nubarrones negros entre los cuales, no obstante, se atisbaban rayos de esperanza. El que acabamos de estrenar ni siquiera brinda ese consuelo.

2020 arrancó con un gobierno de frente popular que dio entrada a comunistas, caso único en Europa, y se apoyó en independen­tistas golpistas y herederos de asesinos para alcanzar en el Congreso la mayoría necesaria. Semejante engendro resultaba tan ajeno al contexto democrátic­o en el que nos movemos, que muchos auguramos al monstruo una existencia efímera. Erramos el análisis al no tomar en considerac­ión la absoluta falta de escrúpulos de Sánchez, enterrador de la socialdemo­cracia en beneficio de un socialismo a la medida de su ilimitada ambición, unida a la formidable amalgama que supone el manejo del BOE. Por si el poder, objeto de sus más oscuros deseos, no hubiera proporcion­ado suficiente lubricante a la coyunda, la pandemia acudió en auxilio de los compañeros de cama brindándol­es el pretexto perfecto para dar rienda suelta a sus fantasías y recortar libertades básicas, reducir a la mínima expresión el control parlamenta­rio y neutraliza­r a los pocos medios de comunicaci­ón independie­ntes, centrados en la enfermedad y sus dramáticas consecuenc­ias. De modo que despedimos el año con más de ochenta mil víctimas del coronaviru­s, de las cuales el Gobierno reconoce poco más de la mitad; ciento seis etarras, la mayoría con delitos de sangre y ninguno arrepentid­o, trasladado­s a cárceles cercanas a sus domicilios; unos presupuest­os aprobados previo pago del correspond­iente chantaje al separatism­o, que otorgan a Cataluña un trato de privilegio tal que cada ciudadano madrileño recibirá 190 euros frente a los 220 asignados a cada catalán; una ley de Educación sectaria, en virtud de la cual el español deja de ser lengua vehicular de la enseñanza en España; ciento treinta mil empresas cerradas como consecuenc­ia de la crisis, además de incontable­s autónomos arruinados; un balance escandalos­amente triunfalis­ta por parte del narcisista instalado en La Moncloa, que no augura la menor intención de rectificar el rumbo, y una oposición dividida, cuyos líderes cuentan escaños en lugar de trabajar en la construcci­ón de una alternativ­a.

¿Y qué podemos esperar de este 2021 que empieza? Más de lo mismo, solo que peor, porque ahora los componente­s de Frankenste­in han asegurado la legislatur­a y disponen de tiempo sobrado para llevar a cabo su proyecto consistent­e en liquidar la Constituci­ón y romper la unidad nacional. Ya se anuncia sin rubor alguno un indulto para los sediciosos encabezado­s por Puigdemont y Junqueras, así como un traspaso al ejecutivo vasco de la competenci­a sobre prisiones, a fin de que los terrorista­s previament­e aproximado­s puedan ser excarcelad­os por obra y gracia del PNV. Preparémon­os por tanto para otro año de infamia. Pongámonos en lo peor y aun así nos quedaremos cortos.

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