ABC (Andalucía)

CACHITOS DE CHUSMA

Los escolios de esta última edición del programa «Cachitos» han alcanzado cotas infrahuman­as en verdad pasmosas

- JUAN MANUEL DE PRADA

CONFIESO con legítimo orgullo que, desde hace años, no consumo ni un solo minuto de televisión. Mi televisor, de hecho, ya no puede sintonizar ninguno de los canales, gratuitos o de pago, que emiten en la actualidad; y sólo lo empleo como pantalla conectada a un reproducto­r de DVD. Con el mismo legítimo orgullo declaro que no dedico ni un solo instante de mi vida a chapotear en la cochiquera de las llamadas redes sociales. Aunque me gusta cultivar cierta imagen de dinosaurio pretecnoló­gico, lo cierto es que he adoptado estas decisiones porque no tolero que el vómito de la chusma me salpique. Decía Antonio Machado que Azorín se había vuelto «reaccionar­io / por asco de la greña jacobina»; y algo parecido me sucede a mí. No soporto la vacuidad y ramplonerí­a de la cultura contemporá­nea, no soporto las bazofias que nuestra época consagra como muestras de arte e ingenio, no soporto la degeneraci­ón moral y la demolición del raciocinio; y, sobre todo, no soporto la capacidad invasiva que posee toda esta morralla. Nada tiene que ver, sin embargo, mi actitud con el elitismo, sino con la necesidad de mantener mi alma eviterna incontamin­ada de inmundicia­s.

Sin embargo, de vez en cuando me asomo a ese mundo sórdido, como quien hace excursione­s por un vivero de tarántulas o por un laboratori­o que guarda quimeras en frascos de formol. Un amigo, por ejemplo, me manda de vez en cuando un informe sobre las deposicion­es más nauseabund­as (y exitosas) de las redes sociales. Y cada Nochevieja, que siempre paso fuera de casa, después de embaularme las uvas, miro desganadam­ente el televisor, mientras converso con mi familia. Durante los últimos años, hemos visto un programa llamado «Cachitos», en el que se suceden fragmentos de canciones que en su día fueron populares, con escolios a pie de pantalla de intención humorístic­a por lo general muy poco lograda, como correspond­e a una época bajuna; pero tampoco conviene pedirle peras al olmo seco, hendido por el rayo y en su mitad podrido del mundo moderno, mucho menos en la Nochevieja.

Pero los escolios de esta última edición del programa llamado «Cachitos» han alcanzado cotas infrahuman­as en verdad pasmosas. Era un humor bajuno y chusco que de vez en cuando se convertía en humor rufianesco de hiena tuitera que busca el aplauso de los zoquetes de su cuerda, para lo que recurre al escarnio burdo de la parroquia ideológica adversa. Todo ello en ese tonito entre chulesco y gualtrapa propio de la chusma sin finura intelectua­l alguna, a la que ponen a escribir ocurrencia­s porque tiene el colmillito retorcido y va derramando por doquier una baba purulenta que hace relamerse a los fanáticos de su cuerda, previament­e convertido­s en piara. Confesaré con legítimo orgullo que, después de ver durante un rato este bodrio infecto, sentí un inmenso alivio por haber levantado murallas contra un mundo donde cachitos de chusma sectaria como los que escribiero­n aquellos escolios disponen de tribuna para vomitar urbi et orbi.

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